Por Margarita Hernández Martínez
Toluca, Estado de México.- Indudablemente, la lectura es un viaje: no sólo abre los ojos ante distintas realidades, también expande la percepción hacia paisajes que no han sido nuestros. Así, en la más pura tradición de Julio Verne, nos conducen sobre la atmósfera y debajo del mar; dentro de la selva y frente al desierto. En una perspectiva tan asombrada como científica, exploradores, conquistadores y sencillos trotamundos se han preocupado por plasmar una visión del planeta más allá de las fronteras, con la esperanza de desvelar los elementos que nos separan y nos unen; en suma, que nos convocan al centro de la naturaleza y la experiencia humana.
Guiada por este espíritu, la colección Ojos de Papel Volando, del Instituto Mexiquense de Cultura, se ha consagrado a recoger los testimonios de algunos viajeros mexicanos que, tinta y papel en mano, han coleccionado sus impresiones sobre los acontecimientos que se desarrollan más allá de nuestro espacio. Visita a Londres, de Agustín Rivera, se ha unido recientemente a esta propuesta, con un aliento inconfundible que se liga con la reflexión histórica, de cara a la formación de la identidad nacional.
Nacido en Lagos de Moreno en 1824, Rivera se definió como uno de los intelectuales más emblemáticos del siglo XIX en nuestro país, cercano a la esfera intelectual de Guillermo Prieto e Ignacio Manuel Altamirano. Abogado, catedrático y sacerdote, se dedicó al estudio de la historia nacional; de esta manera, adquirió una gran sensibilidad para registrar ideas, emociones, formas de vida, tendencias estéticas y observaciones culturales. Con este gran bagaje, se embarcó a Europa en 1867. Ahí, se trasladó a varias ciudades; sin embargo, el impacto más memorable se centró en Londres, una ciudad bella, legendaria y radicalmente distinta a México.
Por estos motivos, a su regreso al terruño natal, escribió Visita a Londres y, en 1874, hizo una edición de autor que, tras una reimpresión de escaso tiraje, permaneció en un largo silencio, hasta que el Instituto Mexiquense de Cultura decidió publicarlo de nuevo. De este modo, con un prefacio de Sergio López Mena y una revisión de estilo que deja al texto acorde con la frescura original, el libro no se limita a registrar los sucesos cotidianos, sino que se adentra en la perpetua niebla londinense, en el color ennegrecido de los tejados, en el carácter reflexivo de los ingleses y en las austeras costumbres locales.
Para ello, sus páginas se detienen en un variado itinerario, que sugiere la rica dispersión de la cultura inglesa. Así, evoca a la Catedral de San Pablo, la Abadía de Westminster, la Catedral de San Jorge, la Cámara de los Lores, la Torre de Londres, el Palacio de Cristal, el Jardín Zoológico, el Museo Británico, la Galería Nacional de Pintura y el Túnel. Ilustrado con un conjunto de hermosos grabados de Ignacio Martínez –extraídos de Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, editado por la Universidad Autónoma de México–, el relato entrelaza los contrastes entre una civilización empeñada en el progreso material y un sistema de vida que anula progresivamente lo más significativo de la condición humana.
En consecuencia, Visita a Londres se erige como las referencias de un viaje didáctico, oscilante entre el pensamiento de finales del siglo XIX –metódico y reposado– y las ideas de la nueva centuria –cambiantes, contradictorias y cada vez más permisivas–. Sus observaciones logran trascender los acentos folcloristas para conformar una atmósfera plena de matices, capaz de constituirse en una lectura tan amena como reflexiva.
Agustín Rivera, Visita a Londres, Instituto Mexiquense de Cultura (col. Ojos de Papel Volando / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 116 pp.
* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).
Toluca, Estado de México.- Indudablemente, la lectura es un viaje: no sólo abre los ojos ante distintas realidades, también expande la percepción hacia paisajes que no han sido nuestros. Así, en la más pura tradición de Julio Verne, nos conducen sobre la atmósfera y debajo del mar; dentro de la selva y frente al desierto. En una perspectiva tan asombrada como científica, exploradores, conquistadores y sencillos trotamundos se han preocupado por plasmar una visión del planeta más allá de las fronteras, con la esperanza de desvelar los elementos que nos separan y nos unen; en suma, que nos convocan al centro de la naturaleza y la experiencia humana.
Guiada por este espíritu, la colección Ojos de Papel Volando, del Instituto Mexiquense de Cultura, se ha consagrado a recoger los testimonios de algunos viajeros mexicanos que, tinta y papel en mano, han coleccionado sus impresiones sobre los acontecimientos que se desarrollan más allá de nuestro espacio. Visita a Londres, de Agustín Rivera, se ha unido recientemente a esta propuesta, con un aliento inconfundible que se liga con la reflexión histórica, de cara a la formación de la identidad nacional.
Nacido en Lagos de Moreno en 1824, Rivera se definió como uno de los intelectuales más emblemáticos del siglo XIX en nuestro país, cercano a la esfera intelectual de Guillermo Prieto e Ignacio Manuel Altamirano. Abogado, catedrático y sacerdote, se dedicó al estudio de la historia nacional; de esta manera, adquirió una gran sensibilidad para registrar ideas, emociones, formas de vida, tendencias estéticas y observaciones culturales. Con este gran bagaje, se embarcó a Europa en 1867. Ahí, se trasladó a varias ciudades; sin embargo, el impacto más memorable se centró en Londres, una ciudad bella, legendaria y radicalmente distinta a México.
Por estos motivos, a su regreso al terruño natal, escribió Visita a Londres y, en 1874, hizo una edición de autor que, tras una reimpresión de escaso tiraje, permaneció en un largo silencio, hasta que el Instituto Mexiquense de Cultura decidió publicarlo de nuevo. De este modo, con un prefacio de Sergio López Mena y una revisión de estilo que deja al texto acorde con la frescura original, el libro no se limita a registrar los sucesos cotidianos, sino que se adentra en la perpetua niebla londinense, en el color ennegrecido de los tejados, en el carácter reflexivo de los ingleses y en las austeras costumbres locales.
Para ello, sus páginas se detienen en un variado itinerario, que sugiere la rica dispersión de la cultura inglesa. Así, evoca a la Catedral de San Pablo, la Abadía de Westminster, la Catedral de San Jorge, la Cámara de los Lores, la Torre de Londres, el Palacio de Cristal, el Jardín Zoológico, el Museo Británico, la Galería Nacional de Pintura y el Túnel. Ilustrado con un conjunto de hermosos grabados de Ignacio Martínez –extraídos de Recuerdos de un viaje en América, Europa y África, editado por la Universidad Autónoma de México–, el relato entrelaza los contrastes entre una civilización empeñada en el progreso material y un sistema de vida que anula progresivamente lo más significativo de la condición humana.
En consecuencia, Visita a Londres se erige como las referencias de un viaje didáctico, oscilante entre el pensamiento de finales del siglo XIX –metódico y reposado– y las ideas de la nueva centuria –cambiantes, contradictorias y cada vez más permisivas–. Sus observaciones logran trascender los acentos folcloristas para conformar una atmósfera plena de matices, capaz de constituirse en una lectura tan amena como reflexiva.
Agustín Rivera, Visita a Londres, Instituto Mexiquense de Cultura (col. Ojos de Papel Volando / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 116 pp.
* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).
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