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14 de mayo de 2012

Deudos y deudores: las salvíficas versiones de Guillermo Fernández




Por Margarita Hernández Martínez


Ante la muerte –tan puntual e imprevisible–, el silencio se impone como un velo cegador: mientras la presencia física se diluye en la quietud, la memoria se aviva entre los aires del pasado. Ante un asesinato –tan ruin y alevoso–, el clamor se agolpa como una ráfaga furiosa: la presencia y la memoria confluyen en el mismo sustrato ceniciento, que se ahoga desde el combate contra la desolación y la perfidia. Sin embargo, ninguna palabra parece suficiente para resarcir el daño, para instaurar justicia y, más allá, para enunciar los poemas dispersados entre el polvo –aquéllos que desvelan la insoportable, pero luminosa, dicotomía de la realidad y el deseo–. Por eso, el esfuerzo vitalicio de Guillermo Fernández (Guadalajara, 1932 - Toluca, 2012) resulta perdurable: en la traducción –abundante y prodigiosa, impregnada de una generosidad incluyente– y en la poesía –discreta y apacible, despojada de absurdas vanidades–, supo anunciar el callado acecho de la muerte y el gozoso arrojo de la vida.

Maniatado en su propia casa, lejano aún de la inasible justicia de los hombres, el autor de Bajo llave pervive en sus rigurosas versiones –ese “mal necesario”, como un frágil puente entre el español y el italiano– y en sus –aparentemente– sencillos “versitos” –nombrados así, con esa connotación humilde y expresiva–. Durante más de treinta años, entregado a su fervorosa pasión vocacional –alimentada por el italiano callejero y sus transformaciones, en las líneas de Umberto Saba, Guiseppe Ungaretti, Alberto Moravia y Cesare Pavese, entre otros variopintos autores–, Guillermo Fernández acuñó una tradición escritural de la cual nos revelamos, ahora, deudos y deudores: esa patria imaginaria, forjada alrededor de las “tablas de salvación” que ofrecen sus acuciosas traducciones, se sostiene en múltiples publicaciones –desde antologías para la Universidad Nacional Autónoma de México hasta colaboraciones cotidianas en La Colmena– y en la indiscutible herencia de un hombre que desdeñó las academias –tan rígidas y distantes– para privilegiar el oficio –tan pausado y placentero– de leer, escribir y viceversa.

Por estas razones, revisitamos dos reseñas de versiones suyas –pertenecientes a la colección La Canción de la Tierra, editada por el Instituto Mexiquense de Cultura–, alrededor de un género literario tan antiguo como la humanidad y tan mudable como la experimentación verbal, con la convicción de que, entre la indignación nacional, debe existir un reducto para la propia voz del poeta.


Las trayectorias de un género literario en Lighea. Un siglo de cuento italiano

Como afirmó Alejandro Ariceaga –responsable de uno de los ejercicios antológicos más bellos y ambiciosos de nuestra entidad: los volúmenes de poesía y narrativa de Literatura del Estado de México. Cinco siglos (1400-1900)–, toda antología resulta del antojo. En efecto, el trabajo de lectura –crítica o placentera–, selección y disposición de un conjunto de piezas literarias depende más de las preferencias del antologador, guiadas por su criterio y sus conocimientos, que de un canon de belleza previamente establecido.

Por estas razones, resulta agradable encontrarse con una antología cimentada en una postura estética y crítica, como en el caso de Lighea. Un siglo de cuento italiano. Distribuida en dos volúmenes, esta obra parte de la traducción, la selección y los comentarios de Guillermo Fernández, quien también ha impartido talleres de poesía y en el Centro Regional de Cultura de Toluca.

Constituido por 37 cuentos, provenientes de la pluma de 30 autores, Lighea. Un siglo de cuento italiano comienza su recorrido con el verismo, la vertiente italiana del costumbrismo, y concluye con la narrativa contemporánea, representada por Antonio Tabucchi. En el camino, se detiene en corrientes tan relevantes como el surrealismo, encarnado en los cuentos de Alberto Savinio; y en nombres tan notables como Italo Svevo, Luigi Pirandello, Giovanni Papini, Giuseppe Tomaso de Lampedusa, Italo Calvino y Pier Paolo Passolini, los cuales comparten las páginas con Elsa Morante, Natalia Ginzburg y Carlo Coccioli, quienes gozan de una celebridad menor, pese a la calidad de su obra.

Así, los textos incluidos en este volumen –con distintos estilos y diversas extensiones– transitan por numerosos temas y perspectivas; no obstante, éstos se hermanan alrededor de las contradicciones de la naturaleza humana. De este modo, exploran la nostalgia y la alegría; el equilibrio y la locura; la concreción de la razón y las sombras de la incertidumbre; las experiencias cotidianas y las sorpresas del destino. Al final, Lighea. Un siglo de cuento italiano aspira a mostrar escenarios y personajes cercanos a la luminosa veta de asombro que subsiste en los acontecimientos de todos los días. En ello, quizás, radica la conexión con sus lectores: en su capacidad para capturar las variaciones de la existencia en un género literario tan antiguo y entrañable.


Los abismos humanos en La boutique del misterio

El cuento se caracteriza por su flexibilidad: lo mismo se condensa en pocas líneas, alumbradas por la pasión y la sorpresa, que se despliega en largas páginas, fascinadas por la vivacidad y el detalle. De esta manera, no se limita a referir los pormenores de una historia –fantástica o cotidiana; anodina o seductora; franca o enigmática–: su estructura también evidencia la percepción del mundo del autor, que puede transcribirse en pinceladas verbales o en vastos paisajes de palabras.

En este panorama –rico y ambivalente a un tiempo–, los cuentos de Dino Buzzati representan una de las revoluciones silenciosas de la literatura europea del siglo XX, signado por la consolidación y la ruptura asistemática de las tradiciones artísticas. Casi desconocidos en Latinoamérica, han vuelto a la circulación gracias al trabajo de Guillermo Fernández –uno de los poetas más propositivos de nuestra entidad–, quien se ha encargado de la selección y la traducción de La boutique del misterio.

Estas narraciones ofrecen una perspectiva renovada de los temores humanos, enfundados en un modelo literario caracterizado por la intuición de la belleza y la precisión del lenguaje. Regidas por “una dimensión artesanal de la escritura” –según acota el prólogo de Italo Calvino–, exploran, a través de ideas decantadas en imágenes concretas, la sencillez de temas tan fundamentales como el asalto de la muerte, el pánico frente a lo desconocido, la revelación de la angustia y el descubrimiento inesperado de la realidad.

Para ello, recurren a un planteamiento maestro de la tensión, proveniente de su experiencia periodística y capaz de progresar conforme saltan, claras y directas, las líneas del relato. Así, exigen una intensa participación de los lectores, quienes deben involucrar, más que su imaginación, su forma de comprender la vida y sus misterios. De este modo, aunque se desarrollan entre extraños laberintos –a veces asolados; a veces salvíficos–, los textos de Dino Buzzati concluyen con un memorable sabor a sorpresa.

Dino Buzzati (2009), La boutique del misterio, trad. Guillermo Fernández, Instituto Mexiquense de Cultura (La Canción de la Tierra / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca.
Guillermo Fernández (trad. y sel.) (2007), Lighea. Un siglo de cuento italiano, Instituto Mexiquense de Cultura (La Canción de la Tierra / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca.


* Texto originalmente publicado en la página cultural de El Espectador, correspondiente a mayo de 2012.