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31 de marzo de 2010

Cosmociones reencontradas (y en busca de los originales escondidos)



Tras una temporada de descanso y reflexión, Cosmoción se encuentra planeando su regreso a las librerías del centro del país. Así, estamos trabajando con cuatro magníficos originales, los cuales preservan el espíritu que animó a nuestras primeras publicaciones: libertad expresiva, concreción estilística, propuesta estética y pasión por las palabras. De manera simultánea, tras consolidar nuestras líneas editoriales, estamos en busca de nuevos textos con estas características.

Cosmoción se distingue de otras editoriales por que produce sus libros en estrecho contacto con los autores; al mismo tiempo, su único criterio de publicación radica en la calidad. Así, se encuentra abierta a todos los géneros literarios y a todas las dimensiones de texto, desde poemarios breves hasta compilaciones de largo aliento, pasando por novelas y ensayos. De esta manera, buscamos originales frescos, llenos de nuevas propuestas, sin más límite que la propia imaginación del autor. Por ello, invitamos a escritores noveles y experimentados a comunicarse con nosotros y a remitirnos sus originales, para transformarlos en una experiencia estética signada por la belleza y la libertad. Para obtener más información, dejen un comentario al final de esta entrada.



* La imagen que acompaña a esta entrada proviene de Flickr. La versión original puede observarse aquí.

30 de marzo de 2010

Dos recomendaciones (para el calor y las vacaciones)



Indudablemente, los libros sirven para crecer: dilatan las pupilas y las ideas; expanden la mente y la percepción; amplían los horizontes y la visión interior. De vez en cuando, el Fondo Editorial del Instituto Mexiquense de Cultura publica títulos que cumplen con estas características: vale la pena recordarlos por que, a pesar de su difícil distribución , poseen un precio accesible. Así que, a continuación, les dejo un boletín de prensa con dos magníficas sugerencias, para disfrutar en estos días de ocio, sol y -quizás- soledad.


Con Aforismos políticos y civiles y La boutique del misterio,
el Instituto Mexiquense de Cultura
enriquece
el acervo de "La canción de la tierra"



Toluca, Estado de México.- El Instituto Mexiquense de Cultura posee uno de los fondos editoriales más ricos y variados de nuestro país. Por ello, se preocupa constantemente por su acrecentamiento, su actualización y su difusión. En este primer trimestre del año, se ha dedicado a sumar nuevos títulos a “La canción de la tierra”, una extraordinaria colección destinada al rescate de obras literarias clásicas que, en la mayor parte de los casos, sólo se conocen por referencias o fragmentos dispersos; sin embargo, su lectura es esencial para ampliar la visión que tenemos sobre el hombre y las letras internacionales.

Así, desde hace unas semanas, el público puede disfrutar de Aforismos políticos y civiles, una compilación de textos breves de Francesco Guicciardini, seleccionados y traducidos por Guillermo Fernández, uno de los escritores más prominentes del Valle de Toluca. Con un lenguaje sencillo, directo y ameno, enmarcado en la misma tradición didáctica que El Conde Lucanor, este diplomático e historiador florentino ofrece 264 perlas de sabiduría, cuya interesante condensación verbal –pues apenas ocupan unas líneas– se contrapone con la sugerencia de profundas reflexiones.

Centradas en las contradicciones del poder, la autoridad, la virtud y la naturaleza humana, sus sentencias se caracterizan por su vigor y su belleza, sumadas a su marcado interés por comprender el complejo universo de las relaciones sociales. En un tenor contrastante, pero igualmente teñido de un sentido estético, los cuentos de Dino Buzzati que se reúnen en La boutique del misterio, también traducidos por Guillermo Fernández, ofrecen una vasta perspectiva de los temores y los enigmas humanos, enfundados en un modelo de relato signado por la precisión y la solidez.

Regidas por “una dimensión artesanal de la escritura” –según acota el brillante prólogo de Italo Calvino–, estas piezas narrativas exploran, a través de ideas convertidas en imágenes concretas, la sencillez de temas tan fundamentales como el asalto de la muerte, el pánico frente a lo desconocido, la revelación de la angustia y el descubrimiento inesperado de la realidad. Para ello, recurren a un manejo maestro de la tensión, que aumenta conforme saltan, claras y directas, las líneas del relato. De este modo, los textos de Dino Buzzati concluyen con un agradable –y memorable– sabor a sorpresa.

Aforismos políticos y civiles y La boutique del misterio se encuentran disponibles, a la par que un amplio catálogo de libros para todos los gustos y edades, en la Librería del Centro Cultural Mexiquense –ubicada en Boulevard Jesús Reyes Heroles 302, delegación San Buenaventura, a un costado del Parque Alameda 2000–, así como en el vestíbulo de los centros regionales de cultura y los distintos museos administrados por el Instituto Mexiquense de Cultura.

21 de marzo de 2010

Felicidad personal (y depresiones colectivas)



Mientras mi país está deprimido y desmotivado, yo sigo peleándome con una de las épocas más críticas de mi vida. Desconozco la sustancia de la felicidad, aunque la experimento todos los días. Me confundo con el sustrato de mi tristeza, aunque me apabulla de vez en cuando. Y con el paso de los días, dejo de creer en la cafeína, en la nicotina, en los antidepresivos, en el chocolate y en la religión. Con la fe puesta en la poesía -en el arte, en general-, me pongo a leer notas como esta que transcribo, que a veces ayudan a ponerlo todo en claro. Aunque sea antes del próximo asalto.


Bilis negra


Por Manuel Rodríguez Rivero


Si usted sufre con o sin motivo (aparente), si no es feliz, si se siente frustrado o malquerido o culpable por algo que hizo o dijo (o que cree que pudo haber dicho o hecho), o porque la vida es injusta y no ha conseguido lo que de ella esperaba, si le entristece la pérdida o la traición de un ser querido, si experimenta cualquiera de esas sensaciones (o de otras semejantes), entonces es que está usted enfermo y precisa cura. Pero, tranquilícese: la farmacia está siempre ahí para ayudarle. Al fin y al cabo, su felicidad puede depender de un sencillo ajuste neuroquímico.

Treinta millones de estadounidenses a los que se les ha diagnosticado depresión en cualquiera de sus grados se gastan cada año más 10 000 millones de dólares en antidepresivos y ansiolíticos. La antigua bilis negra de los clásicos, la acedía medieval, la abstracta melancolía a la que Durero puso rostro y decorado, el spleen de caballeros y damas posrománticos, se ha transformado ahora en depresión, auténtico Weltschmerz -mal del mundo- de una época en la que nadie quiere sentirse responsable de nada, en la que el dolor no se tolera (aunque se inflige a otros) y el deseo y la pasión pueden ser interpretados como síntoma de insania.

Desde hace poco más de medio siglo, cuando su nombre comenzó a pronunciarse en las consultas de los médicos de cabecera, la depresión se ha convertido en un útil comodín ideológico. La medicalización de la tristeza -o de la felicidad, según el énfasis que se ponga- ha llegado a ser una de las más sustanciosas fuentes de beneficios de las empresas farmacéuticas. Manufacturing depression, un libro de Gary Greenberg, analiza la apabullante patologización de la depresión que ha tenido lugar en Occidente en el último medio siglo. Las medicinas puestas en circulación para combatirla han sido tan diversas -y contradictorias- como las anfetaminas de los años cuarenta y cincuenta, los ansiolíticos de los sesenta, los derivados de las benzodiacepinas de los setenta y ochenta o el hasta hace poco “definitivo” Prozac, cuya campaña de promoción (“la depresión no es sentirse bajo, es una enfermedad real con causas reales”) le costó a la firma Lilly 22 millones de dólares en los primeros meses de su comercialización (con tanto éxito que las revistas Time y Newsweek dedicaron sendas cubiertas al fármaco).

Bernard Marx y Lenina Crowne, igual que todos los demás ciudadanos de Un mundo feliz, consumen habitualmente soma, una droga “con todas las ventajas del cristianismo y del alcohol y ninguno de sus defectos”. También para ellos la felicidad es un asunto de química: un gramo a tiempo y se puede afrontar lo que sea (incluso un fin de semana). Greenberg no critica en su polémico libro que se les administre antidepresivos a quienes los necesitan: no es lo mismo la terrible enfermedad tan magistralmente descrita por William Styron en su libro Esa visible oscuridad que el malestar -mezcla de aburrimiento y frustración personal- que conduce a Emma Bovary al suicidio, o que la náusea metafísica y sartreana de Antoine Roquentin. En una época en la que arrecia la ofensiva contra las terapias de la palabra (y especialmente contra el psicoanálisis), Greenberg las reivindica como alternativa al muy rentable imperialismo de la farmacopea. Dejando claro, también, frente a la mitificación ideológica de la felicidad como pretendido estado natural de los seres humanos, que el sufrimiento forma parte de la vida y es factor fundamental de crecimiento y transformación personal.



* La pintura, cuyo nombre he intentado averiguar infructuosamente, pertenece a Vincent Van Gogh.

17 de marzo de 2010

Una invitación (y cosmociones renovadas)


Después de unas largas vacaciones, Cosmoción vuelve a la carga de la mano de otros poetas. No sólo por que estamos a punto de editar -¡al fin!- una segunda ronda de libros, también por que, el próximo sábado 20 de marzo, a partir de las 12:00 horas, nos reuniremos en la Plaza González Arratia, en el centro de Toluca, para compartir una nueva lectura de Gajos de humo y Antes del polvo. Se trata de una celebración poco convencional del Día Internacional de la Poesía, que aspira a devolver -aunque sea por un momento- la literatura en voz alta a los espacios públicos. No dejen de darse una vuelta, habrá una multitud de libros a precios accesibles, además de la presencia de decenas de escritores deseosos de nuevas miradas.


* La fotografía que acompaña a esta entrada pertenece a Ivanna Costa y puede observarse aquí.

14 de marzo de 2010

Otra invitación (transcrita entre correos)



A veces recibo correos extraños, que me obligan a repensar alrededor de los grupos artísticos y literarios que, como malas mafias, proliferan en el Valle de Toluca. Así que hoy les transcribo esta especie de boletín de prensa, con una invitación para que se den una vuelta y comprobemos juntos -si es que existen- las posibilidades de vitalidad de una de las asociaciones más antiguas y estables de la región.


En marzo 2010 tunAstral ataca de nuevo


TunAstral ataca de nuevo el martes 16 de marzo de 2010, a partir de las 20:00 horas, en Cafebrería Laberinto, sito Avenida Colón 228, esquina Juan Rodríguez, Residencial Colón, Toluca,
Estado de México, con la presentación del libro de entrevistas Cofradía de poetas, de Raúl Godínez.

El libro, publicado por Tintanueva en 2006, reúne las entrevistas que Godínez realizó a los poetas Rubén Bonifaz Nuño, Eduardo Lizalde, Alejandro Aura, Elsa Cross, Francisco Hernández, David Huerta, Marco Antonio Campos, Efraín Bartolomé y Juan Domingo Argüelles.

Daniel Ibarra Ponce, en la cuarta de forros, acota: “Una buena entrevista permite conocer del autor interpretaciones de su pensamiento literario (...). Recibamos el trabajo de Raúl Godínez, Cofradía de poetas, como un revés de la obra de los autores entrevistados”.

Cofradía de poetas será presentada por la poeta mexiquense Blanca Álvarez Caballero y el autor.

También el 16 de marzo, pero a las 10:00 y 17:00 horas, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México, se presentará el mismo libro, con la presencia del autor.

TunAstral ha pugnado y pugnará por presentar producción artística de gran calidad y riesgo estético, como lo está estipulado en sus políticas culturales. Y, al igual que siempre, la invitación para ambas actividades es abierta y gratuita para todo público interesado.

Amor es la palabra; poesía, la acción.

Una ciudad destruida (con una foto nostálgica)



En su día, Toluca fue una ciudad hermosa. Sin embargo, en décadas más o menos recientes, acudimos a su destrucción. De ahí surge la luz de las palabras de Susana Bianconi, una de las urbanistas más relevantes de nuestra ciudad, cuya percepción de la belleza local, sin duda, coincide con mi sentido de apropiación de cada calle y de cada edificio, de cada resquicio de nuestro espacio vital.


De lo bello y sus formas


La estética no es tema de actualidad. La belleza, tan difícil de encontrar, no se trata cotidianamente. Vivo en la espantosa mancha urbana de Toluca y he intentado que se valoren los pocos encantos que le quedan. Pero en vano. Hay proclividad a lo feo y lo contrahecho. Hay desprecio por las buenas proporciones y por los árboles frondosos. En Toluca nada cambia, somos la única ciudad que tiene un estadio en el centro sin estacionamientos ni luz eléctrica: la famosa Bombonera. Tenemos la catedral más fea de México, las banquetas más estrechas y la terminal de autobuses más inaccesible, sucia e inoperante. Y cuando algo cambia, lo hace para mal, como cuando el noble Paseo Tollocan fue ensanchado y convertido en un viaducto cualquiera.

Los despojos de Toluca la Bella, la de Vicente Villada, sucumben diariamente ante el embate de azulejos, aluminios, castillitos morados, Oxxos rojos, pollos amarillos y formas caprichosas que no son dignas ni de Las Vegas. ¡Oh, reino del mal gusto! Si las fachadas hablaran, Toluca sería una letanía de improperios. Groserías mal pronunciadas, porque literalmente la ciudad toda es un cartel mal escrito, y no me refiero a los grafittis, sino a la costumbre local de escribir anuncios comerciales en las paredes.

Toluca es la materialización del infierno de un esteta. Duele recorrerla, tan fea se ha vuelto. Con dinero y sin dinero, sigue siendo retefeo. La fealdad se impone. A los ricos los caracteriza el amor por la ostentación, a saber: autos grandes y costosos; guaruras grandes y costosos con trajes café; casas grandes de vidrios verdes, bien bardeadas y engalanadas con lucecitas navideñas y, finalmente, viajes regulares al sur de Estados Unidos. Y los pobres, imitando a los ricos, compran autos —viejos y voluminosos— que no tienen dónde estacionar, colocan vidrios verdes en las ventanas y demuelen el adobe; ponen luces navideñas sobre los nuevos muros de block. Ricos y pobres escuchan la misma música lamentable, muy alto, y dicen ¿vistes? y ¿oístes? con desenfado.

Si de veras fuera de México todo es Cuautitlán y fuera de Boston todo es Las Vegas, fuera de Toluca todo es hermoso. Salir del desaliño de sus calles embrutecidas por autobuses carcachones, es llegar a un oasis. Limpiar la vista de cables y transformadores, de medidores de luz clavados en los árboles de la Alameda, de carteles rojos con la cara del gobernador, es un placer liberador.

No sé cómo decirles a mis alumnos de arquitectura qué cosa tan fea presentan en sus proyectos. Imparto Arquitectura de Paisaje (materia que desaparecerá con el nuevo plan de estudios), pero Proyectos sigue, y seguirá reproduciendo en Toluca el viejo estilo agogó que viene privilegiando desde que se fundó la carrera de arquitectura en 1964. Fue a partir de entonces cuando la liberal Toluca —heredera del Instituto Literario de Tlalpan, de 1828— empezó a demolerse y a abaratarse. ¿Qué clase de estética inspiraba a esos jóvenes profesores arquitectos que, como Atila y los hunos, arremetieron contra la ciudad? ¿Qué clase de estética se enseñó a los alumnos que desde entonces se gradúan en la Universidad Autónoma del Estado de México, y que han producido algunas de las más contrahechas obras de todos los tiempos? Veremos qué producen las universidades privadas que han proliferado recientemente, o si está en el sino de los lugareños crecer y reproducir el mal gusto, porque para Toluca la estética es una peluquería.

Todo es achaparrado, la elegancia de la esbeltez se desconoce. Luis Barragán no pasó por aquí. Las proporciones verticales han desaparecido, las marquesinas horizontales de losa son embutidas a mitad de los antiguos muros, las varillas de acero siguen sobresaliendo oxidadas para envilecer la imagen del volcán, ese Nevado que José María Velasco jamás pintó.

Los olvidados. Eso somos en este valle. Los olvidados de la gracia de la estética.



* La fotografía que acompaña a esta entrada proviene de Mi Toluca y corresponde a la antigua avenida Libertad, que actualmente convertida en la populosa avenida Hidalgo.

13 de marzo de 2010

Una invitación (por segunda vez)



Hace unas semanas, los invitamos a la inauguración de Cultura francoalemana, abierta desde el 4 de marzo en el Museo Modelo de Ciencia e Industria. Una de sus exposiciones más bellas, por la sencillez de sus temas, la riqueza de su composición y su amoroso apego a la luz, es Sur le fil du hasard, de Willy Ronis. Si no han ido a verla, no se la pierdan: no sólo revela otra lado de París y de la forma de vida francesa -con sus instantes sensuales y sus luchas sociales-, sino que constituye una ventana a las delicadas concidencias del mundo, a esos pequeños momentos que hermanan a toda la humanidad.

12 de marzo de 2010

Un lenguaje pobre (para intelectos paupérrimos)



Jamás he querido pasar por purista, ni voy por la calle corrigiendo las palabras de los demás. Sin embargo, como devota del lenguaje que soy, soporto a duras penas las dolorosas deformaciones a las que se somete, en el uso cotidiano, el español actual. Entre ellas, la que más molesta es el progresivo empobrecimiento del vocabulario, lo que se traduce en la incapacidad colectiva para expresar con exactitud no sólo las ideas, sino las emociones. Por eso, cuando leí este artículo de Raymundo Riva Palacio para El País, me quedé con una sonrisa amarga en los labios, finalmente mudos y coincidentes.


Es cierto, estamos jodidos


El catálogo de las grandes personalidades mexicanas, vista la frecuencia con la cual son mostrados en los horarios prime time de la televisión mexicana, incluye a “El Pozolero” y a “El Muletas”, al “Teo” y al “Más loco”, acompañados de “El Jabalí” y “El Barbas”, y de “El Chapo”, “La Barbie” y “El Talibán”. También tienen nombres propios, pero esos apelativos no importan a nadie. Los alias son los que le dan sabor y sentido a México en estos tiempos, en los cuales se viene acuñando un nuevo lenguaje como subproducto de la guerra contra el narcotráfico.

En los medios de comunicación se encuentra el espejo de ese lenguaje. Claro, es que como dijo el entrenador de la selección mexicana de futbol Javier Aguirre, en este país “estamos jodidos” por la inseguridad y la violencia, desatada por esos “hijos de puta”, como los describió con una gráfica oratoria el historiador Héctor Aguilar Camín, mientras el ex presidente Vicente Fox acusa a los gobernantes de México de estar “echando la güeva”. Uno podría rematar, como escribe cotidianamente Marcela Gómez Zalce, una de las columnistas más leídas del periódico Milenio, con la afirmación: “Chingón”.

Tal para cual. La delincuencia organizada bautiza con todo tipo de apodos a sus jefes y sicarios, y las clases ilustradas y aquellos que impactan en la opinión pública mexicana le añaden condimento al vocabulario de imágenes, sensaciones y emociones que está dominando la vida pública nacional. “Al diablo”, parafraseando al ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, los recursos dialécticos. Es como si la frustración hubiera agotado a las mentes más lúcidas, que prefieren la palabra altisonante al diálogo, o que escogen la diatriba por encima del argumento, y que se acomodan en el carril de la moda donde lo coloquial y lo más ruidoso es más exitoso.

El lenguaje, que es el sistema de signos y reglas a través del cual expresamos y representamos nuestras ideas del mundo, “se fue a la chingada”, como dice Brozo, el payaso que da las noticias matutinas en uno de los canales de Televisa, y que en alguna época se convirtió en el “comunicador” más creíble de la televisión mexicana. Nosotros, que de tan solemnes somos aburridos y a veces hasta ridículos, rompimos con nuestros tabúes orales desde que el programa de Big Brother institucionalizó la palabra güey, que siempre había sido prohibida por los buenos modales de la sociedad, en una divisa de uso corriente del lenguaje cotidiano. ¡Fuera los pruritos! “A darle en la madre”, en palabras de Fox -sobre otro tema- a la comunicación ordinaria.

La palabra güey, que estaba restringida a las conversaciones privadas, se socializó y se volvió en todo. La usamos para saludarnos -“¿cómo estás, güey?”-, para autocriticarnos -“soy un güey”-, para atajar críticas o acusaciones -“yo no fui, güey”- y hasta como exclamación -“¡ay, güey!”-. Era una expresión entre los jóvenes, cuyo vocabulario comprende 200 palabras -contra las 20 mil que utilizó Carlos Fuentes en su novela La región más transparente-, pero que transitó aceleradamente a ser palabra infaltable de la comunicación entre los mexicanos.

No es la única. Muchas veces no utilizamos palabras para expresar nuestro asombro, nuestra molestia, nuestro azoro. Mejor decimos estáca, que es un apócope de está cabrón, que antes se utilizaba coloquial, pero no socialmente, para describir una situación complicada. Ahora, la usamos como sufijo para mantener una conversación sin interrumpir a nuestro interlocutor -“estáca”-, para afirmar lo que dicen -“síca”- o igualmente para negar -“noca”-.

Las palabras soeces ingresaron a los hogares mexicanos y pueblan sus escuelas, trabajos y calles. Existe un blog, hazmeelchingadofavor.com, que realizó un análisis de sus posts durante tres años, en los cuales encontró que 67 000 de ellos utilizaron un derivado de chingá, 33 000 emplearon la palabra pendejo, 21 000 se refirieron a alguien masculino como cabrón, y 19 000 le dijeron a una dama puta. Ante el fenómeno peculiar en el hablar mexicano, Consulta Mitofsky hizo una encuesta nacional de la que resultó que los mexicanos utilizamos 1 350 millones de palabras altisonantes para comunicarnos entre nosotros. Esto significa que, entre los mayores de 18 años, se utilizan para el intercambio deliberativo al menos 20 veces por día y, no sin sorprender a muchos, resultó que entre más ingreso se tiene, menos recato existe para proferir obscenidades.

Los académicos mexicanos han levantado la voz ante lo pernicioso del fenómeno de moda, pero no parece que hay muchos que los escuchen. Por el contrario. Como dijo en un seminario el año pasado el ex director del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, Arnulfo Herrera, si bien la pobreza del lenguaje entre los jóvenes está asociado con su baja lectoría, también es la influencia de los medios de comunicación. Y en los medios de comunicación, joder el lenguaje es un must, apoyados en que hay un creciente número de políticos e intelectuales que han comenzado a utilizar ese tipo de palabras para expresarse ante la opinión pública.

Hay periodistas que piensan que no hay nada de qué asustarse, y que si las figuras públicas así hablan, pues así hay que registrar sus dichos. No hay límites hoy en día en los medios mexicanos, por lo que si cada vez más actores sociales y políticos se expresan con palabras altisonantes, cada vez hay más medios que recogen sus palabras. Es un círculo vicioso en el cual están cayendo los periodistas, pues políticos de bajo nivel han visto que entre más onomatopéyicamente hablen, más garantías tienen de que su sound bite alcance los muy escuchados noticiarios de radio y los informativos de televisión.

Cambiar esa dinámica sería lo de menos, pero no solucionaría el problema de fondo. Los comunicadores y los periodistas, como sujetos que son de comunicación, diariamente están creando estructuras de mensajes que forman a través de sus diferentes expresiones verbales. Hoy en día, esas estructuras abusan del lenguaje soez y coloquial, que, de acuerdo con los expertos en estos temas, generan la transmisión de un lenguaje frívolo que, a su vez, va reduciendo la capacidad analítica al reducir el trabajo de la mente y estimular las emociones.

El mundo está poblado de símbolos, y estos se entienden a través del lenguaje. Pero si el lenguaje ni los ordena, ni les da un sentido, ni los interpreta, tampoco contribuye al proceso de razonamiento de las personas, con lo cual no tendrán las herramientas suficientes para relacionar las ideas que necesitan para alcanzar conclusiones sobre los diferentes temas que les preocupan cotidianamente. Este fenómeno que si bien no comenzó con la guerra contra el narcotráfico, sí se ha potenciado como resultado de la frustración y la impotencia de que las ideas no han tenido la suficiente fuerza para persuadir a una sociedad incrédula y cada vez más beligerante.

Esta realidad se convierte en un problema nacional, dado que hay voces por todos lados que están pidiendo que se eleve el nivel del debate, que la discusión se centre en el choque de ideas, que se contrasten argumentos, que se utilicen todos los recursos retóricos posibles para inyectar racionalidad a una discusión que signifique y tenga significado. Pero quienes más lo piden, más lo impiden. Juguetones siguen nuestros políticos y nosotros mismos en la trinchera de la comunicación, llevando el lenguaje a niveles crecientes de pobreza que conducen, invariablemente, a un pensamiento confuso. Aunque, como dice a propósito de cómo va funcionando su alianza electoral para gobernar el pequeño y pobre estado de Hidalgo, la folclórica y muy popular Xóchitl Gálvez, “vamos a toda madre”. O sea, si así estamos contentos, para qué pensar en complicarnos la existencia.


8 de marzo de 2010

Una invitación (con saberes nuevos)



A pesar de su reciente abandono, los museos constituyen un elemento complejo: no sólo reúnen y despliegan un conjunto de huellas relacionadas con un tema específico, sino que ofrecen un discurso acerca de su historia, sus variantes y sus posibles destinos. Por ello, comprender y proponer una estructura museográfica se convierte en un arte sutil, profundamente semejante al trabajo editorial. Para quienes trabajan en estos espacios, un seminario como el que describimos a continuación puede revelarse indispensable, sea para actualizar algunos conceptos, sea para reflexionar alrededor de la misión contemporánea del museo.



El Instituto Mexiquense de Cultura invita a participar
en el Seminario Introductorio de Museología y Museografía


Toluca, Estado de México.- El Instituto Mexiquense de Cultura y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes invitan a los promotores y gestores culturales del Estado de México a participar en el Seminario Introductorio de Museología y Museografía que se llevará a cabo durante los meses de marzo y abril de 2010, en el Centro Regional de Cultura de Toluca.

Este seminario tiene por objetivo la capacitación de los promotores culturales para generar las condiciones objetivas y subjetivas que propicien tendencias sociales y comunitarias para la conservación y el mejoramiento del patrimonio tangible e intangible del Estado de México. Del mismo modo, pretende actualizar a los agentes culturales en los diversos conceptos, metodologías y prácticas del quehacer cultural.

El instructor encargado de conducir el presente seminario es Lucio Lara Plata, quien es licenciado en Antropología Social por el Instituto Nacional de Antropología e Historia y diplomado en Museología por la Pinacoteca Virreinal de San Diego. Se ha desarrollado como investigador, docente, promotor cultural, curador y diseñador de exposiciones. Además, ha desempeñado diversos cargos en el INAH, publicado más de 36 artículos especializados, ofrecido conferencias magistrales e impartido más de 18 talleres y cursos.

El Seminario Introductorio de Museología y Museografía consta de cinco módulos de doce horas cada uno, según los siguientes temas y fechas:

Introducción a los museos y su vinculación con la comunidad: 11 y 12 de marzo, de 9:00 a 15:00 horas.
Curaduría: 18 y 19 de marzo, de 9:00 a 15:00 horas.
Museografía: 25 y 26 de marzo, de 9:00 a 15:00 horas.
Gestión y organización de museos: 15 y 16 de abril, de 9:00 a 15:00 horas.
El museo como espacio educativo: 22 y 23 de abril, de 9:00 a 15:00 horas.

Para inscribirse, es necesario presentar los siguientes documentos: identificación oficial con fotografía, dos copias fotostáticas de la CURP, dos copias fotostáticas del certificado máximo de estudios y dos fotografías recientes tamaño infantil.

El seminario es gratuito y derivará en la extensión de constancia de participación a quienes cubran adecuadamente la asistencia y la participación correspondientes. Para inscripciones y mayores informes, es posible comunicarse al Centro Regional de Cultura de Toluca, ubicado en Pedro Ascencio 103, a unos pasos de la Plaza González Arratia, en el centro de la ciudad. El número telefónico es 2 15 10 75.



* La fotografía corresponde a los interiores del Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, quizás uno de los más hermosos del centro de nuestro país.

3 de marzo de 2010

En los márgenes: dos textos en la literatura femenina contemporánea



Por Isabel Estambul

Durante décadas, la literatura escrita por mujeres ha permanecido aprisionada por su propia voz. Desde los dulces sollozos de Alfonsina Storni (Sala Capriasca, 1892 - Mar del Plata, 1938) hasta los cálidos aullidos de Gioconda Belli (Managua, 1948), su carta de legitimación se ha extendido en la constante definición de lo femenino, construida en torno –y en oposición– a una idea central de la masculinidad. De esta manera, ha dejado escurrir ríos de tinta alrededor del amor, la angustia y la muerte; el cuerpo, la belleza y la maternidad.

Al mismo tiempo, en el caso latinoamericano, se ha detenido en la exploración de la identidad subcontinental –y, por extensión, en el sentido de la nacionalidad–. Como resultado, ha producido una corriente particular que aspira a romper con el sentimentalismo femenino –surgido de la incontinencia emocional atribuida a las mujeres– y ha desembocado en una rica nómina de autoras, que abarca desde Elena Garro (Puebla, 1920 - Cuernavaca, 1998) hasta Alejandra Pizarnik (Buenos Aires, 1936 - 1972). Así, de la exploración de los géneros –que funde la ficción con la crónica periodística– a la renovación poética –que amalgama la lírica tradicional con el verso blanco–, la literatura escrita por mujeres ha experimentado una intensa transformación, tendiente a esfumar las fronteras implantadas en su origen.

De este modo, los últimos años han atestiguado la aparición de un conjunto de propuestas que superan las aproximaciones convencionales a lo femenino y lo latinoamericano. Entre ellas, merece la pena detenerse en dos ejemplos que, por su capacidad para fragmentar –y renovar– tanto la mitología literaria como la composición del lenguaje, afincan su lugar entre las manifestaciones más memorables del arte contemporáneo. El primero, Muerte para el coño dorado de Lavernia, de Cecilia Juárez (Toluca, 1981), es un volumen de poemas de largo aliento, cuya abundancia verbal no contradice ni la precisión de sus metáforas ni la habilidad del sujeto lírico para sondear en temas complejos y controversiales. El segundo, Pétalos y otras historias incómodas, de Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973), es un libro de cuentos que confirma, inesperadamente, la vitalidad y la fortaleza de un género que –de forma errónea– se ha convertido en la antesala de la novela.

Guardando las proporciones necesarias –mientras una se dedica al periodismo radiofónico en Metepec, otra estudia un doctorado en Francia; mientras una colabora con una editorial independiente, otra publica con Anagrama–, ambas escritoras se distancian de la tradición literaria para ofrecer un lúcido enfrentamiento con imágenes canónicas, profundamente enraizadas en el imaginario de las letras. Así, Muerte para el coño dorado de Lavernia abandona el sentimentalismo torrencial achacado a las féminas y a la poesía; en consecuencia, construye una especie de epopeya de la carne y el deseo, que se elevan y se envilecen a lo largo de las páginas.

Si bien el poemario gira alrededor de una mujer icónica, ésta encarna el reverso de una serie de ideales largamente cultivados: su nombre convoca tanto a Venus como al infierno; su cuerpo, inmerso en una lubricidad instintiva, es insaciable y estéril; sus genitales, vulgarizados y mitificados cíclicamente, constituyen una fuente de fascinación y de impureza; sus actos –voluntarios o no– desatan las energías inconscientes del ser humano, ocultas bajo la pulida superficie de la civilización. Así, por ejemplo, en “Reacciones de la fauna ante los desparpajos hormonales de Lavernia” leones, caballos, cuervos, cabras, lebreles, lagartos, dromedarios, leopardos, lobos y gacelas, acompañados por “hombres que se rascan la cabeza como monos”, se reúnen –en una atmósfera más descriptiva que narrativa– para criticar la injustificable superioridad de la naturaleza humana, fundada en un discurso excluyente y falocéntrico.

En consecuencia, Muerte para el coño dorado de Lavernia lleva este desmontaje de la tradición más allá de la esclavitud del cuerpo y el ejercicio de la sexualidad. Para ello, recurre a un lenguaje de dolorosa claridad, acentuado por momentos con ironía cáustica, entrelazada con metáforas de tendencia sonora y barroca. De este modo, mientras el ansia de la carne viaja de la colectividad –“no hay pueblos erguidos fuera del deseo absoluto”– a las angustias particulares –“las mujeres víctimas de su reliquia […] de su calor no emancipado”–, Eva –“que sabe lamer cadenas de manera exacta”– y Lavernia –quien “custodia su hombre inicial entre las fauces”, pues “también estremece un hueco en el costillar impuro”– se debaten alrededor del placer y de la culpa; del tránsito entre el orgasmo personal y la historia impasible, sin dar el salto para convertirse en Lilith.

Por otra parte, Adán y Adonis –dos nombres casi gemelos, apenas matizados– aparecen para contrastar dos aspectos centrales de la identidad masculina. Mientras el primero es “un hombre mártir y sombrío”, atado a la estabilidad, al hogar y al vientre de Eva, el segundo representa la vertiente terrible de la muerte y de la belleza. De esta manera, la moral patriarcal cristalizada en la pareja primigenia se opone al caos prodigioso de la sensualidad desbordada, consumada en el propio goce, sin ojos hacia el pasado ni esperanzas frente al futuro. Desde esta perspectiva –ardorosa y letal a un tiempo–, la sucesión de símbolos que se disuelven y se reconfiguran en Muerte para el coño dorado de Lavernia salta hacia la disgregación última: la pérdida del cuerpo y del sentido, la dispersión de “la nómada carne bajo protesta sedentaria”.

En Pétalos y otras historias incómodas, Guadalupe Nettel borda el mismo asombro desde una óptica divergente y, sin embargo, igualmente luminosa. Desde la desmitificación –y la reconstrucción– de la voz y la imagen femenina hasta la antologación de las curiosas compulsiones humanas, este recorrido literario se inspira en la refundación de la memoria y en la multiplicidad de los narradores, elaborados desde una “falsa ingenuidad” –según reza la contraportada– e inclinados hacia una visión cosmopolita. Así, con un lenguaje ágil y provocativo –conformado por frases breves y contundentes, teñidas de una sugerente concreción exenta de cualquier trazo de sensiblería– esta autora se consagra a la exploración de conceptos frágiles y pretendidamente absolutos, como “la calma perfecta” y “la verdadera soledad”.

Para ello, los seis cuentos que constituyen el volumen se demoran en develar lo que, por pudor o por pánico, debería permanecer oculto: el fetichismo, la adicción o la atracción erótica se convierten en los ejes de una discusión universal, que se sostiene en el establecimiento de la normalidad, instaurada en una sociedad cada vez más inestable e introspectiva; más cercana a ciertas libertades, pero lista para censurar una vez transgredidos ciertos márgenes. De este modo, los personajes de Nettel –residentes del mundo, más allá de la sencilla consciencia latinoamericanista– se contraen y se distienden alrededor de una noción de límite constantemente fallida: “me había convertido en un ser funcional y ése, créame, fue el máximo logro de toda mi existencia”, señala una joven que se arranca el pelo incontrolablemente, mientras un hombre obsesionado con los bonsáis y un muchacho fascinado por el aroma de las mujeres recuerdan –y, de paso, reformulan con placer justificatorio– el nacimiento de sus peculiares impulsos.

Finalmente, Muerte para el coño dorado de Lavernia y Pétalos y otras historias incómodas confluyen alrededor de una interesante sentencia de Vladimir Nabokov (San Petersburgo, 1899 - Montreux, 1977), cuya escritura también se detiene en los alucinantes efectos de la belleza y su sobrecogedora revelación: “quizás lo que importe no sea el dolor o la felicidad humanas, sino, más bien, el juego de luces y de sombras sobre un cuerpo vivo, la armonía formada a partir de la reunión de cosas insignificantes, de un modo único e inimitable”. Estos dos textos de la literatura femenina logran entrelazar estas variaciones con una óptica fresca, de nuevas libertades.



Juárez, Cecilia (2006), Muerte para el coño dorado de Lavernia, Mirabilis, Toluca.
Nabokov, Vladimir (2000), El hechicero, Anagrama (Compactos), Barcelona.
Nettel, Guadalupe (2008), Pétalos y otras historias incómodas, Anagrama (Narrativas hispánicas), Barcelona.



* Texto originalmente publicado en la página cultural de El Espectador, correspondiente al mes de marzo de 2010.