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30 de octubre de 2010

Una imagen y un poema (para recordar los cien años)


Hace diez días fue el cumpleaños de Arthur Rimbaud, pero me siguen pareciendo más conmovedores los primeros cien años de Miguel Hernández: un soldado evidentemente mortal que continúa deslizando sus palabras entre acontecimientos cotidianos. Las guerras, los amores y la belleza encarnan en poemas como el que reproducimos a continuación, que igualmente se enlaza con mi reciente obsesión por las ruinas y con esta fotografía: una casa olvidada, sostenida por el agua.


Canción última


Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

27 de octubre de 2010

De nuevo, las Almas



Este año, caótico en la vida nacional, se ha llenado de festivales culturales de distintas calidades, centrados en un programa -¿casualmente?- similar. El 8° Festival de las Almas, organizado por el Instituto Mexiquense de Cultura, promete ser el corolario de esta trayectoria, que se antoja cuestionable, pero, al mismo tiempo, sirve como pretexto para visitar uno de los municipios más bellos del Estado de México. Habrá que consultar el programa y aquilatar las posibilidades, para perderse en calles empedradas y brillos de agua y de sol.

26 de octubre de 2010

Una exposición (a punto de cerrar)



Las exposiciones plásticas abren y cierran, con la misma constancia de nuestros ojos asombrados. El próximo 31 de octubre, finalizará Academia y modernidad: homenaje a pintores de los siglos XIX y XX, actualmente disponible al público en los museos Felipe Santiago Gutiérrez y José María Velasco. Vale la pena aprovechar sus últimos días y contemplar algunos originales de Luis Coto, Isidro Martínez, Petronilo Monroy, Gonzalo Carrasco, Pastor Velázquez, Vicente Mendiola, Edgardo Coghlan, Luis Nishizawa y Leopoldo Flores, entre otros artistas que han marcado las artes nacionales. Además, ambos museos descansan en casonas antiguas, ejemplares restaurados de lo que deberían de ser algunas calles del centro de Toluca. Pero todo, inevitablemente, se desmorona.


25 de octubre de 2010

Dos invitaciones (para mirar del otro lado)




La Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México y la Alianza Francesa de Toluca continúan ofreciendo alternativas culturales interesantes, ligadas a su condición esencial de umbrales entre el mundo cotidiano y el universo artístico; entre un lenguaje y las posibilidades de otro. Así, ofrecen estas invitaciones para el 28 de octubre, en la antesala del 8° Festival de las Almas, que se desplazará hasta Valle de Bravo con un puñado de expresiones culturales de otros países, notablemente latinoamericanas.

24 de octubre de 2010

La intensidad de las voces colectivas en El mar y el hombre, de Saint-John Perse



Por Margarita Hernández Martínez


Toluca, Estado de México.- Una voz de ardientes temblores, con la misma proporción de ternura y de impulsos destructivos, impregna la poesía de Saint-John Perse. Este escritor francés, traductor de tempestades y silencios, construyó una obra esencial para la poesía francesa del siglo XX, cuyo resplandor también han alcanzado el horizonte de la literatura latinoamericana. Por estas razones, el Instituto Mexiquense de Cultura se ha encargado de la reedición de El mar y el hombre, una breve antología seleccionada y prologada por Raúl Cáceres Carenzo, quien también destaca como uno de los poetas y dramaturgos más memorables de nuestra entidad.

Incluido en Raíz del Hombre y la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, este libro reúne una sucesión de textos del también diplomático galo, algunos extraídos de volúmenes tan trascendentales como Exilio, Elogios, Anábasis, Mares, Lluvias, Vientos, Marcas y Crónica. Con traducciones de Jorge Zalamea, José Lezama Lima, Rosario Castellanos, Lorenza Fernández del Valle, Juan Carvajal y Lysandro Z. D. Galtier, sus versos retratan un mundo en renovación y destrucción incesante, teñido de un idealismo profético que, a semejanza de poetas como Arthur Rimbaud, Paul Verlaine y Charles Baudelaire, aspira a crear estremecimientos nuevos, a conectar sensibilidades mediante un profundo trayecto por la geografía de otros continentes. De este modo, el Caribe, Asia, América, Provenza, entre otros parajes, se transforman en la sede del descubrimiento y la aventura; la soledad y el exilio.

Según señala Cáceres Carenzo, estos poemas se desarrollan en torno a “los signos, las semillas, los vientos, las mareas, el ritmo incesante de las empresas humanas, la fundación de ciudades y culturas, el choque de las civilizaciones y el devenir social”. De este modo, la concepción artística de Saint-John Perse muestra una tendencia hacia la unificación de la voz colectiva; es decir, la recuperación del canto poético como identidad de pueblos enteros, como la posibilidad de tender puentes entre comunidades y celebrar los acontecimientos que cimbran el alma plural. Para lograrlo –de acuerdo con los textos que reúne El mar y el hombre– recurre a versos de largos metros y alientos, enriquecidos con exclamaciones y ocasionalmente transformados en prosas poéticas; así, no sólo se pueblan de metáforas: también convocan presencias y personajes.

Con estos elementos, el también ganador del Premio Nobel de Literatura en 1960 propone una obra poética de espíritu universal y universalista, cuya frescura original se conserva, pero también se enriquece, hasta nuestros días. Con una óptica tan arrebatada como cautivante, El mar y el hombre se erige como una lectura necesaria, en tiempos en los que la poesía experimental ha privilegiado la pirotecnia verbal sobre la vitalidad del sentido.


Saint-John Perse, El mar y el hombre, Instituto Mexiquense de Cultura (col. Raíz del Hombre / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 166 pp.


* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).

19 de octubre de 2010

Una invitación (para mirar hacia Oriente)



Pocas veces tenemos la oportunidad de contemplar un espectáculo japonés: lejano geográficamente, se convierte en una veta de misterio, envuelta en auras de tradición. Por ello, vale la pena asistir mañana, 20 de octubre, a la Sala de Conciertos Felipe Villanueva, donde, a las 19:00 horas, se presentará el Ballet de Danza Clásica Okinawa. A continuación, reproducimos el boletín de prensa e insistimos en esta inusual invitación.


En la Sala de Conciertos Felipe Villanueva
AcéRcaTE un Miércoles a la Cultura se engalanará
con el Ballet de Danza Clásica Okinawa


Toluca, Estado de México.- AcéRcaTE un Miércoles a la Cultura, programa permanente que, mes a mes, organiza el Instituto Mexiquense de Cultura, se distingue por su apertura frente a las manifestaciones artísticas de México y el mundo. Así, incluye grupos artísticos de distintas regiones de nuestra entidad, de diversas zonas de la República Mexicana y de otros países del orbe. En esta ocasión, toca el turno al Ballet de Danza Clásica Okinawa, que ofrecerá un magnífico recital de baile tradicional el 20 de octubre, a las 19:00 horas, en la Sala de Conciertos Felipe Villanueva.

Con la finalidad de conmemorar 400 años de intercambios entre México y Japón, así como el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, el recital encarnará la serena belleza y la sorprendente fluidez de la danza japonesa, la cual destaca en el panorama internacional por su carácter milenario, que permite a los espectadores olvidarse del tiempo y sumergirse en cálidas historias de amor y en intrincadas intrigas cortesanas. De igual manera, el programa, denominado Fly on a dream, incluirá piezas de raigambre histórica, además de coreografías destinadas a convocar animales, plantas y otros elementos característicos de Japón.

Por último, el recital englobará algunas piezas de danza folclórica, en las que personajes como pescadores, militares, campesinos y jóvenes vendedoras del mercado contarán historias y mostrarán los rasgos de sus oficios de una manera artística, con la estilización propia de la danza oriental. No pierda la oportunidad de disfrutar esta gran presentación de danza y acuda el 20 de octubre, a las 19:00 horas, a la Sala de Conciertos Felipe Villanueva.

La entrada es libre y las cortesías se encuentran disponibles en la Dirección de Servicios Culturales del Instituto Mexiquense de Cultura, ubicada en el Centro Cultural Mexiquense (Boulevard Jesús Reyes Heroles 302, delegación San Buenaventura); en el Centro Regional de Cultura de Toluca (Pedro Ascencio 103, colonia La Merced-Alameda) y el Restaurante Biarritz (Nigromante 200, esq. 5 de Febrero, colonia Centro). Para mayores informes, es posible comunicarse al (722) 2 74 23 94 y 2 74 23 95.

La cotidianidad poética en Aromarena, de Yunuen Esmeralda



Por Margarita Hernández Martínez


Toluca, Estado de México.- La obra poética de Yunuen Esmeralda destaca por su joven solidez: mientras su autora recurre a la espontaneidad de su edad, sus experiencias y sus lecturas, sus versos concilian un lenguaje desbordante y preciso, producto del asombro y el hallazgo de la belleza, con construcciones verbales que se aproximan al versículo y a la canción. Dotados de una sonoridad rotunda, provistos de emoción y, al mismo tiempo, de una propuesta estética que se detiene en el poder de las palabras, sus textos alcanzan nuevos derroteros con Aromarena, un volumen publicado por el Instituto Mexiquense de Cultura e incluido en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario y El Corazón y los Confines.

Centrado en las contradicciones reveladoras que, inevitablemente, permean nuestra vida, Aromarena se define como un libro colmado de pájaros y mareas; es decir, de elementos que convocan el flujo de la existencia. Paralelamente, acude a imágenes que escapan de la continuidad temporal; así, sugieren la cíclica perpetuidad de las transformaciones humanas; la imposibilidad de cualquier viaje, pues todo es presente perenne, sin punto de partida ni de arribo; el transcurso inexorable del amor, que nace, muere, revive, tiembla, se desconsuela y se redime entre paisajes interiores.

Para desarrollar estos temas, Aromarena se fragmenta en cuatro secciones, entrelazadas por afinidades como el lenguaje, el estilo de versificación y la presencia de símbolos que condensan el tramado general del poemario: relojes ajenos a la prisa, brújulas rotas y sin rumbo, casas que “no terminan de resquebrajarse” y cuerpos transfigurados, en los cuales los ojos y las manos encarnan desde “diáfanos misterios” hasta el olvido de volar.

Así, densamente acuñado en el polvo “que anhela levantarse”, Aromarena explora, de la misma manera, en las inasibles trampas de la memoria, que convierten el recuerdo en deseos subvertidos, interrumpidos por la falta de certezas y la abundancia de “raíces fuera de la tierra”. En suma, este volumen, que sorprende nuevamente por su capacidad creativa y renovadora, se erige como una lectura de resonancias imprevisibles, cuya concepción estética cautiva en la misma medida que sus palabras.


Yunuen Esmeralda, Aromarena, Instituto Mexiquense de Cultura (col. El Corazón y los Confines / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 71 pp.


* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).

17 de octubre de 2010

Y derivamos en Quimera...



Después de meditaciones conceptuales, numerosas Fridas; algunos aciertos y variadas frustraciones, Derivantes abrió sus volúmenes e imágenes al público que se reunió el pasado viernes 15 de octubre en la Casa de Cultura de Metepec. Esta breve nota es sólo un recordatorio: la exposición plástica, que agrupa la obra de Anamena, Luis Barrón, Fernando Cano, Raúl Arturo Díaz Sánchez, Guillermo Espinosa, Elizabeth Flores, Lesley González Cisneros, Miguel Ángel Hernández, Mauro Hernández Gaona, Rodrigo Lara, Andrés Medina, Juan Luis Rita, Helmut Ruiz, Juan Silva y Juliana Vázquez -la mayoría de los cuales aparecen, con el debido desorden, en la foto que acompaña esta entrada-, permanecerá abierta durante todo el XIX Festival Internacional Quimera 2010; es decir, hasta el 24 de octubre. No dejen pasar la oportunidad y visiten esta muestra, que realmente logra conjuntar las tendencias del arte mexiquense contemporáneo, desde la pintura de paisaje hasta la fotografía delicadamente abstracta.

Nuevas perspectivas de la sensibilidad femenina en Derrumbes, de Flor Cecilia Reyes



Por Margarita Hernández Martínez


Toluca, Estado de México.- Teñida de una sensibilidad única, producto de una capacidad intelectual altamente definida y de una naturaleza generadora de profundas resonancias, la poesía escrita por mujeres emana de un aliento tan delicado como perturbador: misteriosa y reveladora, poblada de mitos y descubrimientos, ha adquirido, en décadas recientes, una relevancia imprevisible, que la ha conducido por caminos experimentales y tendencias revitalizadoras, gracias a las cuales ha superado su condición de testimonio marginal y se ha transformado en epicentro de nuevas propuestas literarias.

El Estado de México, caracterizado por la riqueza y la densidad de sus tramas artísticas, no ha permanecido ajeno a este proceso; así, ha encontrado en Flor Cecilia Reyes –oaxaqueña por nacimiento, pero mexiquense por convicción– a una de las voces más sólidas y constantes de su panorama poético. Por esta razón, el Instituto Mexiquense de Cultura se ha encargado de la reedición de Derrumbes, una reunión de poemas originalmente publicada en la colección Cuadernos de Malinalco, dirigida por Luis Mario Schneider, uno de los investigadores y ensayistas más destacados de nuestro país.

Incluido, en esta ocasión, en la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario y El Corazón y los Confines, Derrumbes se define como una trayectoria de poemas contundentes, provistos de imágenes altamente evocativas, que exploran tanto el universo interior como el mundo exterior de la autora, quien igualmente se ha desempeñado como promotora cultural, conductora y locutora. Construidos con imágenes veloces, poseedores de un lenguaje de luminosa precisión, sus textos encarnan una veta de sensibilidad femenina renovada, que va más allá de los cánones y se instala en la cálida individualidad del cuarto propio de anhelaba Virginia Wolf.

Así, Derrumbes entrelaza un aliento definitorio, propio de quien se encuentra por primera vez con el mundo –“mariposa de humo es el silencio” y “es corteza la sed”, por ejemplo–, con temas concretos, como la corrupción de la rabia; el reconocimiento del cuerpo a través de su fragmentación; el agridulce peso de la memoria y la repentina mordedura de la nostalgia. Concentrado, también, en las contradicciones que acechan a la pasión –que se traducen en metáforas de húmedo fuego y tibia intensidad–, el libro ofrece una perspectiva muy interesante alrededor de la vida, la muerte, el amor y la maternidad, en un genuino despliegue de oficio y creatividad que, asimismo, demuestra la solidez de la poesía de Flor Cecilia Reyes.



Flor Cecilia Reyes, Derrumbes, Instituto Mexiquense de Cultura (col. El Corazón y los Confines / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010.



* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).

11 de octubre de 2010

Una invitación (para derivar entre imágenes)



Los días nos derivan entre imágenes: profundamente visuales, los seres humanos nos aventuramos entre bancos de memorias luminosas, entre invitaciones al resplandor y a la sombra, entre sonidos y texturas que nos sugiere, en primera instancia, la mirada. De ahí surgen el atractivo y la importancia de esta invitación, en la cual se solidifican los esfuerzos de un grupo de artistas tan plural como talentoso, tan abierto como propositivo. Esperamos que puedan acompañarnos el próximo viernes 15 de octubre, a las 16:00 horas, en la Casa de Cultura de Metepec, para atestiguar el primer resultado de estas desembocaduras, de belleza errante, pero certera.



En el XIX Festival de Arte y Cultura Quimera 2010
Artistas locales proponen
Derivantes. Panorama de la Plástica Mexiquense



Metepec, Estado de México.- En el marco del XIX Festival de Arte y Cultura Quimera 2010, un grupo de artistas locales proponen Derivantes. Panorama de la plástica mexiquense, una exposición de pintura, escultura y fotografía que se inaugurará el próximo viernes 15 de octubre, a las 16:00 horas, en la Casa de Cultura de Metepec. Conformada por la obra reciente de poco más de una docena autores con arraigo e identidad mexiquense, esta muestra se halla signada por la diversidad y la apertura, pues reúne las múltiples tendencias en las que ha desembocado la vasta herencia cultural del Estado de México; al mismo tiempo, conjuga los puntos de vista de artistas de amplia trayectoria con las perspectivas de algunos talentos emergentes.

Así, en el primer rubro, destacan las aportaciones de Anamena, Luis Barrón, Fernando Cano, Mauro Hernández Gaona, Rodrigo Lara y Juan Luis Rita –quien también funge como museógrafo y curador–; en el segundo, sobresalen Elizabeth Flores, Lesley González Cisneros y Helmut Ruiz. De la misma manera, la nómina artística de Derivantes se enriquece con las participaciones de Raúl Arturo Díaz Sánchez, Guillermo Espinosa, Miguel Ángel Hernández, Andrés Medina, Juan Silva y Juliana Vázquez. Esta pluralidad confluye en un concepto básico, que funciona como punto de partida para las concepciones estéticas aquí plasmadas: las artes contempladas como medio de representación de visiones y expresiones individuales, que constituyen el legado de sus predecesores, enriquecido con el devenir cotidiano y transfigurado en las señas identitarias de una nación.

En el caso de nuestro país y específicamente del Estado de México –en el cual se centran, justamente, las líneas de inspiración de Derivantes–, se han gestado verdaderas tendencias artísticas: estos territorios han sido un semillero de intelectuales y artistas destacados, desde la remota época prehispánica, pasando por el arte virreinal, el arte sacro y artistas decimonónicos de la talla de Felipe Santiago Gutiérrez, Luis Coto y José María Velasco, hasta llegar a nuestros iconos actuales, como Leopoldo Flores y Luis Nishizawa, entre otros. Según este horizonte, la actualidad exige presencias nuevas, que den continuidad al legado de tales maestros.

Por ello, Derivantes recrea una visión contemporánea de los valores de la plástica mexiquense, que viaja más allá del colorido folclor nacional para instalarse en la exploración del concepto, la forma, el volumen, el color, la textura y la percepción del mundo, generando propuestas de gran aliento innovador. Así, el aspecto identitario del arte mexiquense no necesariamente es un reflejo o una revisión del pasado: es también la proyección de nuestros días, como espejo de la diversidad, las variantes y las derivaciones que confluyen en esta muestra colectiva, que parte de la individualidad para conformar una sola propuesta estética, destinada a resignificarse y a compartirse en la mirada de los espectadores.

Derivantes. Panorama de la plástica mexiquense, se inaugurará el 15 de octubre, a las 16:00 horas, en la Casa de Cultura de Metepec, ubicada en Avenida Estado de México 10, Barrio de Santiaguito, en el mencionado municipio mexiquense.

4 de octubre de 2010

La poesía de Miguel Hernández: un centenario en España


Por Margarita Hernández Martínez


Las palabras se desgranan con sugerente rapidez –“llegó con tres heridas”–; luego, se vuelven entre versos de imprevista claridad –“la del amor, / la de la muerte, / la de la vida”–. La carencia de adornos, sumada a la delicada desnudez de sus reiteraciones –“la de la vida, / la del amor, / la de la muerte”; “la de la vida, la de la muerte, la del amor”–, demuestran que la poesía proviene de un aliento elemental, de un instinto por reconciliar la trepidante fugacidad de la existencia con el anhelo de permanencia natural a la escritura. Por ello, un poema así –extraído de Cancionero y romancero de ausencias, el último libro de Miguel Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942)–, surgido en una época tan difícil y contradictoria como la Guerra Civil Española, no se comprende ni se olvida fácilmente.

A cien años de distancia, la Fundación Cultural Miguel Hernández, el Ayuntamiento de Orihuela y otros organismos, entre ellos la Generalitat Valenciana, recuerdan el nacimiento de este renovador del lenguaje con una celebración nacional que incluye más de quinientas actividades y que, por momentos, hace palidecer a los festejos mexicanos asociados con el Bicentenario de la Independencia.

Si bien algunas de ellas resultan extravagantes –el director de la citada fundación, Juan José Sánchez Balaguer, anunció la contratación de Celestis, una empresa estadounidense que llevará una cápsula con los versos de Hernández a la superficie lunar–, el programa comprende asuntos tan diversos como la realización de un congreso internacional de literatura, un foro de música nacional y un festival de cine, además de conciertos, obras teatrales, exposiciones plásticas y la convocatoria para el III Premio de Poesía Infantil, considerado el de mayor dotación económica en su categoría en España. Del mismo modo, aspira a llegar a más de 5 mil bibliotecas públicas, a través de la distribución de nuevos materiales de divulgación académica.

Por otro lado, la vertiente masiva y popular de este homenaje se relaciona, de forma inevitable, con Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943). En 1972, la poesía de Hernández volvió a los rumorosos labios de la gente gracias a la guitarra de este compositor catalán, quien musicalizó un puñado de textos hondamente afincados en el mundo personal de este autor. Sin embargo, en esta ocasión, se ha decantado por trece piezas de alientos contrastantes, desde Palmera levantina –un poema de juventud más cercano a la pirotecnia verbal que a la emoción contenida– hasta fragmentos de obras teatrales, entrelazados con Hijo de la luz y de la sombra. Este tríptico, más allá de dar nombre al disco, encarna los veneros centrales del conjunto de su obra: el amor como una efímera potencia primitiva, que viaja del ansia por la posesión física hacia la comunión espiritual; la vida como una oposición entre el acechante impulso animal y la súbita calidez de la intimidad; la muerte como una interminable sucesión cósmica, una pausa en el estremecedor flujo del universo.

Así, animada por un enfoque plural, multidisciplinario y –a la vez– definitorio, esta celebración parece inspirarse en los comentarios de José Carlos Rovira, catedrático de literatura hispanoamericana que, de la misma manera, se ha especializado en la poesía de este escritor. Desde sus perspectiva, el creador de Imagen de tu huella se yergue como “un artista universal y necesario”, capaz de concentrar los acontecimientos históricos de su tiempo con un espíritu profundamente estético.

En efecto –y en más de un sentido–, sus poemas superan las barreras temporales y extienden sus raíces hacia la posteridad. En el plano estilístico, se trasladan de la escasa educación formal hasta la transformación lingüística; es decir, de la vida rural y la creatividad mimética hasta el aterrizaje de las vanguardias, pasando por un arduo periodo de claroscuros con el clasicismo español, desde san Juan de la Cruz (Fontiveros, 1542 - Úbeda, 1591) hasta Lope de Vega (Madrid, 1562 - 1635). En el camino –forjado en los mismos pasos que Pablo Neruda (Parral, 1904 - Santiago de Chile, 1973) y Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898 - Madrid, 1984)–, sus palabras ganan serenidad y transparencia; de este modo, se acercan a la terrible belleza de lo sagrado, expresada en la densidad rítmica de conceptos firmes y absolutos.

Por ello, en el ámbito temático, los versos emigran de la explosiva naturaleza levantina, figurada en árboles, plantas y animales, hasta la oscura familiaridad de los propios sentimientos, simbolizada en la casa, los hijos y el vientre luminoso de la esposa. Como resultado, las páginas de Hernández ofrecen un canto épico que se desarrolla entre la abundancia verbal y la sobriedad discursiva; entre la apariencia exterior y la vivencia interior; entre el viento impetuoso y la cárcel opresiva. En consecuencia, a pesar de su arraigo en un conflicto determinado –que, en apariencia, podría resultarnos ajeno–, consigue propagarse con extraordinaria sencillez por los vaivenes de la condición humana.

Por estas razones, pese a las distancias geográficas –y, por tanto, de la improbabilidad general para asistir a esta variada suma de actividades–, este centenario constituye una magnífica oportunidad para valorar una obra que decanta las transiciones entre el arte –y el estado del mundo– del siglo XIX y las metamorfosis del siglo XX, que ahonda tanto en las crisis existenciales derivadas de la guerra como en el infinito espectro de la identidad humana. Paralelamente, establece contrastes entre la experiencia cultural española –y, por extensión, europea– y el tratamiento que reciben los poetas mexicanos –y, por reducción, mexiquenses– en la memoria colectiva.

Aun en los casos más populares, como el de Jaime Sabines (Tuxtla Gutiérrez, 1926 - Ciudad de México, 1999), los escritores mexicanos pasan por nuestra vida cotidiana como por el aire. En la mayor parte de las ocasiones –y a confesión abierta–, los poetas destinan su escritura a la propia comunidad artística, lo cual reduce sus posibilidades para generar nuevos significados y, sobre todo, para producir un vínculo permanente con el público. Así, una celebración similar a la destinada a Miguel Hernández, pero centrada en la vigencia de las aportaciones de Octavio Paz (Ciudad de México, 1914 - 1998) o de Rosario Castellanos (Ciudad de México, 1925 - Tel Aviv, 1974), resulta simplemente difícil de imaginar, no sólo por la diversidad de ópticas que es necesario reconciliar, sino por los obstáculos implicados en cualquier esfuerzo de coordinación civil e interinstitucional. Ante este panorama, queda, al menos por el momento, volver con el espíritu despierto –y propositivo– al ancho río de la lectura, auténtico cauce de independencia intelectual.


* Texto originalmente publicado en la página cultural de El Espectador, correspondiente a octubre de 2010.