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28 de febrero de 2010

Memoria latente (con despedida nostálgica)



Ayer, en la Feria del Libro del Palacio de Minería, dije su nombre varias veces. Vi sus libros así, a la distancia. Con descuento y sin descuento. Con familiaridad y ya sin extrañeza. Hoy, amanezco con la noticia de su muerte. Me pregunto, como en las canciones viejas, a dónde se están yendo los poetas. Y agradezco, Carlos Montemayor, que nos hayas regalado palabras para saludar el alba, para combatir el tiempo, para atesorar la calma que acecha las tormentas.


Memoria


Estoy aquí, en la casa, a solas.
Aquí están los muebles, el aire, los ruidos.
Tengo un sentimiento tan transparente
como el vidrio de una ventana.
Es como la ventana en que miraba la nieve al amanecer,
hace muchos años, cuando era niño
y pegaba la cara contra el cristal y comprendía toda la vida.
Es un deseo en calma, como la tarde.
Es estar como están todas las cosas.
Tener mi sitio como todo lo que está en la casa.
Perdurar el tiempo que sea, como las cosas.
No ser más ni mejor que ellas.
Sólo ser, en medio de mi vida,
parte del silencio de todas las cosas.

Una exposición (que sabe al pasado)



El Instituto Mexiquense de Cultura tiene una gran variedad de espacios a su cargo, pero mis favoritos -por múltiples razones- siguen siendo el Museo Virreinal de Zinacantepec y el Museo de Arte Moderno del Estado de México. Éste último suele organizar exposiciones temporales de gran calidad, a las cuales se sumará la obra de Austreberto Morales, un artista que propone una revisión creativa del paisaje mexicano desde una óptica que funde la tradición técnica con los saberes emanados de la Escuela Mexicana de Pintura.

La inauguración será el próximo 5 de marzo, a las 17:00 horas, en este espacio, ubicado en el Centro Cultural Mexiquense (ubicado en Jesús Reyes Heroles 302, delegación San Buenaventura, a un costado del Parque Alameda 2000). Ojalá puedan acompañarnos, pues el arte visual sólo cobra vida con la mirada en movimiento de los espectadores.

23 de febrero de 2010

Una exposición (con aliento internacional)



Mientras algunos espacios parecen apostarle -y limitarse- al arte local, otros se han adentrado profundamente en la cultura internacional. Durante todo el año, el Museo Modelo de Ciencias e Industria será la sede del Pabellón de las Naciones, que recientemiente acogió a España y, desde el 4 de marzo hasta finales de abril, se dedicará a Francia y Alemania, esos vecinos cálidos e incómodos. La programación vale la pena, aunque constituye apenas una probadita de las demostraciones culturales que, como aliento fresco, vienen de Europa.

15 de febrero de 2010

Una invitación (con ideas nuevas)



El arte se propicia en movimiento: sonidos y silencios, formas y vacíos, giros y quietud, palabras y fragmentos en blanco. De esta actitud crítica y trepidante surge la importancia de las revistas culturales: en ellas se mide el arte en su momento, más allá de la anhelada perpetuidad.

Estas publicaciones se distinguen por su inestabilidad y fugacidad; sin embargo, merece la pena festejar su permanencia. Con este esfuerzo en mente, Ideosphérica, una de las empresas culturales más ambiciosas y propositivas de nuestros días, trabaja en El Ocotito, un espacio mensual dedicado a las artes alternativas. El próximo 19 de febrero, a las 17:00 horas, sus impulsores presentarán el número más reciente en el Centro Regional de Cultura de Ocoyoacac, ubicado en Luis Camarena González 1, a unos pasos del Mercado Municipal. Esperamos que puedan acompañarnos, pues estas expresiones encuentran su auténtica finalidad cuando, por fin, llegan al público.



* La imagen que acompaña a esta entrada proviene de Mimousha y también puede verse aquí.

14 de febrero de 2010

Una definición de poesía (fragmento robado)



Me estoy tomando un descanso de muchas cosas: de las preocupaciones, de la depresión, de la rigidez rutinaria, del vértigo de los libros. En estas últimas semanas, escucho música todo el día y leo poesía a saltos. Me he preguntado intensamente acerca del sentido, de las propiedades, de esa magnética autenticidad que embarga a la poesía. Y he leído con una sonrisa este fragmento de Antonio Muñoz Molina, colaborador habitual de El País, que escribe una reseña de libros para mí desconocidos y se las arregla para incrustar una definición general -y, al mismo tiempo, precisa- de este arte innegablemente transversal:

"La prosa no es lo contrario de la poesía, sino del verso. La poesía es un estado de máxima intensidad expresiva que muchas veces está ausente de los libros de versos y sin embargo puede saltar como un chispazo en medio de una novela, o en una música, o en las imágenes de una película. La poesía es aquello que sólo puede percibirse con una forma peculiar de atención, algo que está materialmente en el sonido de las palabras pero también en el silencio y el espacio en blanco que hay detrás de ellas y en la resonancia que provocan. La poesía es un primer impacto que ha de ser continuado por una larga revelación, por la conciencia de un significado que es a la vez más claro y más misterioso en cada lectura y nunca se repite idéntico. La poesía es para ser leída en silencio unas veces y otras veces en voz alta, y su lectura no se acaba nunca, ni siquiera cuando nos sabemos los versos de memoria".

"La poesía nos devuelve a un mundo anterior a la escritura en el que las palabras tenían una exclusiva presencia física en el sonido de la voz y en el recuerdo que las preservaba".



* La fotografía que acompaña a esta entrada pertenece a Jan Saudek y también puede verse aquí.

6 de febrero de 2010

Escritores toluqueños: nuevos aires



Por José Luis Herrera Arciniega


No obstante la denominación que lo ha distinguido a partir de 1983, cuando Alejandro Ariceaga colocó a la capital del Estado de México en el mapa cultural de la república, el Centro Toluqueño de Escritores (CTE) se ha conducido alejado de posturas provincianas y, de manera contraria, ha reforzado la pluralidad creativa de un creciente y nutrido grupo de autores, que vienen a ser representativos de los distintos caminos desarrollados dentro del sistema literario local.

En diciembre del año pasado, el CTE eligió a su tercer dirigente en su ya nada breve historia, responsabilidad que habían desempeñado los toluqueños Ariceaga y Eduardo Osorio y que ahora recae en Porfirio Hernández, autor originario de Guadalajara, donde nació en 1969, pero que, al igual que otros integrantes de esta asociación civil, se ha desarrollado profesional y laboralmente en el Estado de México.

Porfirio Hernández es, pues, mexiquense e integrante sobresaliente del colectivo agrupado, no necesariamente con una profunda cohesión, alrededor del CTE. Además de una obra concreta, de la que se pueden mencionar libros como Señales de viaje y Ceniza del esquizo, tiene en su haber proyectos como el suplemento Mapa de piratas –en la década de los noventa fue una de las pocas expresiones que enriquecieron un panorama donde sólo otra publicación semejante, Vitral, había logrado una continuidad sostenida–, el blog Hormigas y una trayectoria laboral significativa en medios de prensa y radiofónicos, normalmente vinculados con la promoción cultural.

Sus cartas credenciales son válidas para la empresa que ahora le toca acometer, luego de las gestiones fundacional de Alejandro Ariceaga y de continuidad que después mantuvo, en difíciles condiciones, Eduardo Osorio, a quien le tocó la hasta ahora principal transformación de este centro de escritores, que dejó de ser un órgano dependiente del Ayuntamiento de Toluca para convertirse en asociación civil. Hay que registrar que el propio Eduardo Osorio fue el primer impulsor de la reciente renovación ocurrida en el CTE y que, sin duda, seguirá siendo uno de sus colaboradores constantes.

El trabajo apenas empieza, dentro de esta corriente de nuevos aires en una singular institución. En principio, la apuesta evidente de Porfirio Hernández radica en aglutinar el esfuerzo de quienes han trabajado al amparo del CTE, volver a acercar a quienes –aparentemente– han estado alejados, pero cuya presencia debe recuperarse en los menesteres literarios propios de este colectivo.

La designación de este novísimo presidente no estuvo exenta del debate; aunque sea discutible el tono un tanto ríspido y capcioso en que éste se dio, no hizo mal, sino que puso sobre la mesa inquietudes legítimas sobre el rumbo que debería seguir esta asociación civil. Claro está, lo fundamental es que mantenga y consolide sus programas de becas y, sobre todo, sus proyectos editoriales, pues éstos son los que le han asegurado su trascendencia histórica dentro de la cultura en el Estado de México y en el país.

Más lo que venga, en un marco de independencia: talleres literarios, presencia en foros públicos, interlocución crítica con las estructuras estatales, sociales y educativas, proyectos periodísticos o en medios electrónicos, etcétera. Trabajo, pues, y una mayor exigencia dentro de las reglas de la disciplina literaria. Cosa de aires nuevos.



* Artículo originalmente publicado en la página cultural de El Espectador, correspondiente a febrero de 2010.

Círculos viciosos: sobre la imposibilidad del fomento a la lectura



Por Isabel Estambul


En nuestros días, la lectura es un acto doméstico y solitario. Circunscrito al silencio, permanece alejado de aquellos tiempos en los que, maltratado ejemplar en mano, uno de los pocos hombres alfabetizados congregaba a la gente en plazas y tabernas; en establos y fogones. Lejos están, también, las épocas en las que el Caballero Zifar, el Mío Cid y el atolondrado don Quijote se disputaban la admiración y la risa; la imitación y el llanto. Hoy, se acercan más a las joyas de museo que a las aventuras vivas, y compartir una lectura se ha vuelto tan infrecuente como salvar damiselas y conquistar reinos.

Esta situación resulta completamente paradójica, dado el alto índice de escolarización básica en las sociedades contemporáneas. Sin embargo, en nuestro país, la concepción de la lectura –quizás la piedra angular del sistema educativo, pues permite acceder a la ciencia, la información y la recreación– se limita a la decodificación y a la memoria; de esta manera, restringe la comprensión, el análisis y, en último término, el ejercicio de la imaginación. El resultado es deplorable y angustioso: no sólo vivimos en una comunidad aquejada de una intensa pobreza intelectual, sino que atestiguamos la agonía –lenta y sigilosa– de la curiosidad y la creatividad.

Para completar el panorama, México ha demostrado, a lo largo de los siglos, una preocupante tendencia a los círculos viciosos. El desprecio general por la lectura se atribuye, en primer lugar, a las escuelas; después, al gobierno. Pocos individuos están dispuestos a asumir su vida intelectual de forma independiente, sea como declaración de principios, afirmación de la personalidad u oportunidad para expandir las fronteras del propio universo. En estos casos, podemos hablar de personas afortunadas, que han tenido los recursos para llevar su educación más allá de los programas oficiales; no obstante, también debemos recordar que el medio central para crecer mental y artísticamente radica en el interés privado más que en la ayuda pública –antes de convertirse en un poeta portentoso, Miguel Hernández cuidó cabras en Orihuela, su pueblo natal–; se acerca más –justamente– a las costumbres familiares que a los espacios públicos.

En este ámbito, sin propósitos claros, sin recursos, sin personal especializado y –sobre todo– sin auténticas voluntades, los programas de fomento a la lectura se encuentran condenados a agonizar de escritorio en escritorio, del compromiso político a la indiferencia. Ni los funcionarios conocen plenamente las implicaciones de su labor ni los ciudadanos exigen su derecho a aproximarse al arte y la cultura; así, no aprovechan la oferta vigente –que va desde la instalación de bibliotecas de todos los tamaños hasta la presentación gratuita de libros y revistas– y tampoco promueven las condiciones para enriquecerla. En consecuencia, habitamos una atmósfera complaciente, en la que cualquier esfuerzo –para bien o para mal– se valida ante la ausencia de otras iniciativas, de propuestas más osadas, abiertas o reflexivas.

Sólo en un ambiente como este –acostumbrado a las palmadas en el hombro y a las alabanzas fáciles– se puede explicar el caso de Paloma Sáiz Tejero, quien se vio obligada a renunciar a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal tras una gestión más o menos exitosa, que incluyó desde reactivar los libroclubes instalados en varias delegaciones de la capital hasta consolidar Para leer de a boleto en el metro. Este programa –que demostró que los mexicanos, en el fondo, somos lectores: los usuarios se robaban los libros– sirvió de modelo en otras naciones, en las que se ha asegurado su continuidad y su persistencia; sin embargo, comenzó con pocos fondos y con una fe escasa: la también ex directora de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo cimentó los requisitos para concretarlo después de lidiar con diputados insensibles, laberintos burocráticos y supresiones presupuestales.

En nuestro estado y en nuestra ciudad, las circunstancias no cambian: el Instituto Mexiquense de Cultura se conforma con una feria del libro anual que deja mucho que desear, con un programa editorial de calidad descendente y con políticas de fomento desangeladas y conservadoras. En tanto, la Universidad Autónoma del Estado de México se refugia en la divulgación científica, sólo asequible a un sector de la población, y el Ayuntamiento de Toluca se atrinchera en la realización de festivales, siempre insuficientes para asegurar la continuidad de los programas y la forja de un público cautivo. Por otro lado, los foros alternativos están habituados a navegar a contracorriente para naufragar pronto. Quizás, entonces, la posibilidad para marcar la diferencia en nuestros hábitos lectores reside en esos espacios domésticos y solitarios: en predicar con el ejemplo desde los hogares, como una profesión de intimidad, de paz y cercanía. Paralelamente, quienes ya hemos contraído el sano vicio de la lectura tenemos la obligación de repensar la oferta artística que deseamos atestiguar y, en consecuencia, lo que estamos dispuestos a aportar.



* Artículo originalmente publicado en la página cultural de El Espectador, correspondiente a febrero de 2010. La ilustración pertenece a Chema Lera y también puede verse aquí.

4 de febrero de 2010

Una invitación (completamente express)



Ya habíamos leído algo al respecto en Cultura en Toluca; además, Porfirio Hernández nos envió la invitación (clic para verla más grande). Ahora la copiamos con prisa, pues esta magnífica presentación se llevará a cabo en unas cuantas horas. Si pueden esquivar la lluvia (y no tienen que escribir un libro de la nada, como su servilleta), no dejen de asistir:


El Centro Toluqueño de Escritores A.C.
inicia sus actividades del año
con la presentación de la novela Fragmentaciones,
del poeta chiapaneco José Falconi (1953).

La cita es este jueves 4 de febrero, a las 19:00 horas,
en la Sala Alejandro Ariceaga del Centro Toluqueño de Escritores
(local 9 del edificio A, en la Plaza Fray Andrés de Castro, en el centro de Toluca).
Presentan Alonso Guzmán y José Ruiz Mercado;
modera Eduardo Osorio.

3 de febrero de 2010

¡Cultura instantánea!



El Estado de México despliega una oferta cultural muy vasta: desde los organismos oficiales hasta los movimientos independientes, posee una oferta artística que vale la pena ver, al menos para compararla con aquélla que se desenvuelva en otras ciudades más vanguardistas. Sin embargo, en uno y otro caso, la difusión -y la discusión- es pobre. Y ello se debe a numerosos factores, oscilantes entre la desidia de los organizadores y los artistas, que sólo transmiten la información al mismo puñado de conocidos, y la pobreza de los medios de comunicación locales, que han optado por suprimir sus secciones culturales.

En respuesta, varios reporteros afincados en el Valle de Toluca han puesto a funcionar Cultura en Toluca, un microblog que reúne la información proveniente de fuentes tan diversas como El Museo Modelo de Ciencias e Industria, el Instituto Mexiquense de Cultura, la Universidad Autónoma del Estado de México y el Centro Toluqueño de Escritores. Aunque la iniciativa es excelente, resulta limitada -sólo un porcentaje de la población accede con frecuencia a internet- y dependiente del entusiasmo inicial; sin embargo, desde acá, deseamos que tenga mucho éxito y que consiga su propósito.

Otra vez, Francia




Desde hace algunos meses, la Alianza Francesa de Toluca está enriqueciendo su oferta cultural de una forma bastante inteligente. No sólo sostiene su cineclub y sus exposiciones temporales, sino que ha conseguido involucrarse en iniciativas independientes interesantes, como Ambulante. Habrá que buscar tiempo en este mes loco, lleno de hermosas lluvias, para asistir a sus actividades.

1 de febrero de 2010

Cuenta regresiva (con imágenes incluidas)



El 23 de febrero, Joan Manuel Serrat publicará -al menos en España- una nueva colección de poemas de Miguel Hernández. A diferencia de su primer trabajo -lanzado hace casi treinta años-, éste se enfocará en textos más oscuros y menos conocidos; desde los cercanos a la pirotecnia verbal -como Palmera levantina- hasta los íntimos y desgarradores -como el tríptico Hijo de la luz y de la sombra-. Mientras llega el disco -que se sumará a los controversiales festejos relacionados con el centenario del poeta de Orihuela-, les dejo un par de carteles publicitarios y estas hermosas fotos de Flickr, que iluminan los días de espera, de versos cálidos.