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21 de noviembre de 2010

Una exploración del exilio en Cuaderno del 94, de Ricardo Bogrand



Por Margarita Hernández Martínez


Toluca, Estado de México.- A lo largo de la historia, el exilio ha cobrado múltiples rostros, la mayoría de los cuales ha desembocado en la literatura. Desde el éxodo bíblico hasta las obras centradas en la inmigración –un flagelo que atenaza millones de existencias–, las letras han capturado la gesta, angustiosa por definición, de comunidades que abandonan su lugar de origen para probar nuestra natural condición de extranjeros. En este marco se encuentra Cuaderno del 94, un libro de poemas de Ricardo Bogrand que, con un aliento hondamente contemporáneo, relata líricamente el regreso –en algunos versos, luminoso; en otros, imposible– al terruño perdido.

Publicado por el Instituto Mexiquense de Cultura e incluido en El Corazón y los Confines y la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, Cuaderno del 94 se encuentra animado por un espíritu esencialmente narrativo; sin embargo, se constituye por poemas plenos de música y de símbolos, los cuales manifiestan el oficioso manejo del lenguaje que posee su autor. Centrados en el año de un doloroso retorno a El Salvador, lugar de origen de Bogrand, se detienen en las consecuencias del exilio: la transformación del tiempo, la modificación de los espacios, la pérdida de identidad y la ausencia absoluta de recuperación de estos elementos.

De esta manera, el libro –conformado por poemas escritos en San Salvador, Xalapa y San Cristóbal de las Casas– se decanta entre textos que convocan la vida nueva, en contraste con el peso de los muertos y las víctimas del ostracismo; con la densidad de la historia, ensangrentada por la guerra civil, y la nostalgia, empañada por la fluctuación de memoria. No obstante, sus complejas redes temáticas poseen una extraordinaria fluidez, que se vislumbra en estrofas largas repletas de imágenes rápidas, contundentes y perfectamente hiladas, a las cuales se une la ausencia de signos de puntuación, que le confiere un aura de absoluta libertad.

Ésta también se observa en tres rasgos simbólicos que se repiten a lo largo del poemario: los pájaros, que transmiten desde la paz hasta la dramática caída de los seres alados; el mar, que convoca las raíces vagas, mudables y generosas, y el otoño, que representa las conversiones de la materia –tanto vegetal como humana– y la inevitable caducidad. Del mismo modo, destaca la aparición recurrente de mujeres que, desde diversos ángulos, se levantan como la dulzura de la patria, y del color verde, que, más allá de su significado esperanzador, se revuelve para contrarrestar los matices de la muerte.

Así, Cuaderno del 94 destaca como un volumen colmado de emociones, en la absoluta honestidad que permite la oscuridad del desarraigo. Con pasajes de profunda emotividad y versos de aliento estremecedor, es un firme testimonio de aquellos que sienten que “hasta el derecho / de leer los gorjeos [han] perdido”.


Ricardo Bogrand, Cuaderno del 94, Instituto Mexiquense de Cultura (col. El Corazón y los Confines / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 64 pp.


* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).

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