En el espacio cultural del diario Impulso, Dionicio Munguía expone algunas observaciones alrededor de la polémica actual, tan distante de sus orígenes. Resulta especialmente relevante en una época en la que, como ya han señalado nuestros colaboradores, la crítica y el comentario en torno a nuestra vida cultural se han convertido, en algunos sectores, en un montón de palmaditas en el hombro.
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El placer de la polémica
Por Dionicio Munguía J.
En la modernidad del siglo XXI el placer de la polémica ha tomado un cariz diferente. Ya no son las epístolas de gran amplitud o comentarios breves pero insidiosos. Ahora son breves comentarios, extremistas desde cualquier punto de vista, acordes con el tiempo que se vive y, por lo general, anónimos, lo cual implica sólo el desconocimiento fundamental de capacidad del polemista o, como sucedía antaño, del nombre y la reputación de quien polemizaba. Se vuelve obvio decir que la polémica de siglos anteriores era mucho mejor que la actual.
En realidad, la forma actual de la polémica tiene un medio de mayor difusión, controvertido, insidioso, que raya en lo vulgar por momentos o en lo excelso, siempre y cuando el polemista tenga un nivel aceptable en conceptos y premisas. Pero eso sólo sucede en ciertos lugares y no en todos aquellos que tienen foros abiertos. La red se ha caracterizado por esa libertad en la expresión, todo aquel que tenga un contacto o el acceso simple al Internet puede dar su opinión o verter un comentario que no siempre es inteligente o bien avenido.
Eso provoca que la polémica pierda su esencia o su virtud. En algún momento de mi existencia polemicé con un articulista excesivamente mocho, que inquiría la libertad de la poesía y sus consecuencias al lector. No recuerdo con exactitud el tema sobre el cual intercambiamos cartas públicas. Y creo que al tiempo ya no tiene realmente importancia. Pero el simple hecho de polemizar le dio a la ciudad de Querétaro un punto de diversión, al menos el tiempo que duró. No fue la única ocasión, pero quizá la mejor en cuanto al concepto de la polémica y al desarrollo de la misma. Lo importante de ese intercambio de puntos de vista fue el respeto mutuo; no podíamos estar de acuerdo pero era primordial no ofender al contrario, y ésas eran las reglas no escritas de la polémica.
Ahora veo con desilusión que la polémica en periódicos y revistas ha ido desapareciendo de manera gradual. Los temas actuales han dejado de tener relevancia o los encabronamientos filosóficos o literarios ya no son lo mismo. Ahora se discute por Internet, de manera anónima, sin tomar responsabilidad por lo dicho, sin aceptar las consecuencias de lo dicho. Los polemistas ya son una especie literaria en peligro de extinción, quizá porque los pocos que quedan ya no tienen el espacio adecuado para llevar a cabo su trabajo intelectual, o porque, en la rapidez de la noticia, un intercambio epistolar público ha dejado de ser atractivo cuando la moda es el mensaje telefónico con un lenguaje horrendo, o el e-mail que ya no es tan público. Los foros abiertos a la polémica dan hueva, pero mayor, porque ahí no se discute con calidad, sólo por cantidad.
Ahora que si alguien no está de acuerdo con estos comentarios, espero su respuesta, porque sería interesante armar un espacio de polémica en el medio.
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