RSS

5 de mayo de 2008

¡Bendita sea la madre que la parió y la patria que forjó ese monumento, reina hermosa! (diálogo por la supervivencia de lascivos y mirones)


Por José Antonio Romero Reyes

Jardiel Poncela: Lo más a que puede aspirarse de una mujer que tenga los ojos negros, azules o verdes es a que los ponga en blanco.

Periodista: (en voz muy baja) ¡Cállese, cállese! ¿No ve que somos vigilados?

J. P.: ¡Ah, caramba! ¿Con que ya tenemos al Gran Hermano en Mexiquito lindo?

P.: Para nada, señor. Nosotros lo tenemos mejorado: no necesitamos de costosos sistemas de espionaje, de cámaras ocultas e incorruptibles inquisidores; es más, logramos que la vigilancia, lejos de costosa, sea rentable.

J. P.: Eso sí que es ingenio. Seguro que no será egoísta y me compartirá el secreto.

P.: Desde luego. El secreto está en hacer leyes que nadie respeta. Por poner ejemplos, imagínese que inventamos una ley en la que multamos con mil pesos a quien tire basura en la vía pública o en la que clausuramos un sitio público donde se prohíba fumar. Mejor conservamos el caldo y decimos que lleva albóndigas. Para que me entienda bien, si alguien aplica la ley salimos perjudicados los dos (el multador y el multado), así que mejor hacemos un reparto equitativo y llegamos a un acuerdito.

J. P.: Mire qué ingeniosos e inteligentes son los mexicanos. Oiga, ¿y por qué dice que nos están vigilando?

P.: Ah, es que ahora debe tener mucho cuidado con sus ojos. ¡Por la nueva ley! (silencio expectante de don Jardiel Poncela) Nomás cheque lo bonito que se escucha: a partir del 8 de marzo del presente año –Día Internacional de la Mujer–, la Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal determina en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia…

J. P.: ¡Pare, pare, licenciado!

P.: ¡No me interrumpa, por favor! ¿No ve que pierdo el porte y la inspiración? Sigo: será causal de sanción económica todo aquel ciudadano que profiera e incurra en la emisión de palabras y/o miradas lascivas e insinuantes… como quien dice, que vea a una dama de forma cochinota.

J. P.: ¿Me van a multar por decirle “mamacita” a una mujer que no sea mi sacrosanta progenitora?

P.: Así como lo oye.

J. P.: ¡Qué barbaridad! ¿Y quién vigilará que se cumpla tan humanitaria ley?

P.: Nuestro ínclito, galante y muy refinado cuerpo de policía.

J. P.: ¡Oh, muy bien! ¡Finísimas personas todos ellos! Estoy seguro de que harán muy bien su trabajo. Ya hacía falta que alguien se preocupara por la educación, los modales y las buenas costumbres. El problema está en que los ojos no me traicionen.

P.: Hay opciones, caballero. Por si las dudas, vaya siempre de lentes oscuros hasta para entrar al cine –por aquello del disimulo, ¿no?– o alegue que padece de tortícolis.

J. P.: Todo sea por el bien de la patria. Tendré que privarme de admirar la belleza femenina, de extasiarme en la contemplación de aquellas figuras sin arista, supremas creaciones de Dios, de sus progenitores o del cirujano plástico.

P.: No es para tanto, don Jardiel. El éxito está en saber disimular. Usted mismo lo ha dicho: hay dos sistemas para conseguir la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.

J. P.: Habrá que inventar el lujuriómetro. Qué resulta lascivo, en qué condiciones, con quién y hasta dónde, ¿no cree?

P.: O hacerse policía, por aquello de que si no puedes con el enemigo, únetele. O tener a la mano cien pesitos, por aquello de hombre prevenido que quiere llegar a un acuerdo mexicano. O bien, optar por los piropos inocentes: preferible ser tachado de inocente que de guarro; así, al menos, su cartera no pagará las consecuencias.

J. P.: Pues entonces celebremos esta gran iniciativa, que dignificará plenamente a la mujer. Me pregunto qué pasará con el galante arte del piropo.

P.: Lo resguardaremos como joya lúdica que trabajarán los especialistas y académicos o le haremos una página en Internet. Ya sabe que la cultura es mejor guardarla y protegerla antes que vivirla. (En voz baja, de nuevo) Se acerca una belleza, ponga usted su mejor cara de palo.

J. P.: Ni hablar. Benditas leyes de la hipocresía.



* Texto correspondiente a la plana cultural de mes de mayo.

** La fotografía que ilustra esta entrada es de Francesc Catalá Roca. La versión original puede verse aquí.

No hay comentarios: