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20 de agosto de 2009

De historia, lenguaje y señales (noticia robada)


Cuando me enamoré de la lectura, me enamoré del español. De sus sonidos, de sus pausas, de sus vocales abiertas y festivas, de sus consonantes duras y siseantes. De la forma de sus palabras e, inevitablemente, de su ortografía mediana pero histórica, más sencilla que en francés (entonces insondeable) y más interesante que en inglés (entonces sustituto del esperanto). Con los años, desarrollé una creciente desesperación por las faltas de ortografía que, con un impulso francamente viral, se diseminan por las calles y por los cuadernos de escuela, por la publicidad y por la petulancia ajena. Nunca me he considerado purista; sin embargo, la falta o la abundancia de acentos gráficos -y, en general, el desorden que reina en el uso cotidiano del idioma- atestigua una ignorancia profunda, una negligencia que se escuda en pretextos tan vanos como el uso de mayúsculas (que, además, tienen sus propias reglas), el ahorro de caracteres y la falta de tiempo. En realidad, quien se aventura a poseer su lenguaje -es decir, quien se atreve a conocer, a comprender, a investigar, a preservar su uso y sus tropiezos- también se convierte en dueño de sus pensamientos. Que, en esta época periclitada y azarosa, no es asunto menor.

Por estas razones, una propuesta como la que anuncia El Universal no deja de agradarme. Asombra que, de pronto, nazca una intención tan evidentemente poco lucrativa como repartir tildes por la calle. Sorprende, además, que la idea venga de jóvenes que, como yo, se dedican a la corrección de estilo y a la publicidad. Ello significa dos cosas: primero, que la historia y las reglas de uso del español no se han extraviado por completo, lo que abre la posibilidad de renovar y adaptar nuestro idioma de forma coherente. Segundo, que, campañas disfuncionales de fomento a la lectura aparte, todavía hay gente interesada en las sinuosidades y las intrigas del español. Les dejo la nota (ligeramente editada) aquí, acompañada por la recomendación de leer alguno de los libros de Álex Grijelmo, muy útiles para reforzar el aprecio por nuestra lengua materna.


Jóvenes luchan por recuperar acentos gráficos en la vía pública


Un grupo de jóvenes latinoamericanos ha iniciado una cruzada por la reinserción del acento gráfico en la vía pública, donde señalan su ausencia con un toque de buen humor y rebeldía ante la incorrección ortográfica en las calles. El movimiento nació en junio pasado en México, por iniciativa del joven vasco Pablo Zulaica Parra, y pronto se extendió a Perú y Argentina, donde se multiplican las intervenciones en todo tipo de carteles. Apenas detectan la falta, estos cruzados pegan un acento de papel visible en el que además se explica la regla ortográfica violada.

Cada acto de reivindicación gramatical es fotografiado y las imágenes se suben a los blogs nacionales de la iniciativa Acentos perdidos, donde, además, se generan interesantes debates sobre el español, una iniciativa que también suma adeptos a través de Facebook.

"El principal objetivo es que la gente tome conciencia de la importancia de usar bien nuestra lengua", dijo Rodrigo Maidana, un estudiante de Economía de La Plata, Argentina, que comanda la iniciativa en su país.

Como regla, estos jóvenes solicitan autorización para pegar las tildes, pero, si se trata de anuncios comerciales o políticos, lo hacen sin permiso, pues "semejante afrenta, con tantos ojos responsables de ese mensaje, merece ser visiblemente señalada", dijo Zulaica, redactor publicitario que vive en México.

Falta de educación, desinterés y malas costumbres son algunas de las razones que estos jóvenes descubren para el abandono progresivo de las tildes, agravado por una pésima ortografía entre los publicitarios. Las mayúsculas, por ejemplo, son candidatas usuales a la ausencia de tilde. Ello ocurre por argumentos históricos, como que las máquinas de escribir no permitían su acentuación y que a los impresores se les salían los tipos de la tilde de los rótulos.

A diferencia de otras intervenciones urbanas como los graffiti o los esténciles, estos chicos no actúan furtivamente. "Es bueno que la gente te vea e intercambiar opiniones. La gente se sorprende. Esta cruzada no trata de hacer enojar a nadie, al contrario, trata de sacar una sonrisa y de ayudar a mejorar el uso de nuestra lengua", dijo Maidana, de 18 años.

Según Zulaica, de 27 años, el proyecto "tiene un componente lúdico muy importante" y "es una desacademización de lo académico, como un vandalismo suave que conserva todo el rigor en el fondo. Gusta a grafiteros y a editores y lingüistas. Además, tiene un punto de activismo que nos hace sentir que nuestra voz sí puede oirse".

Para los dubitativos, los blogs de Acentos perdidos tienen un enlace a la Ortografía de la Lengua Española de la Real Academia Española. Aún así, estos defensores de la tilde no tienen nada de dogmáticos y hasta se muestran comprensivos con el colombiano Gabriel García Márquez, que, en el primer Congreso Internacional de la Lengua, celebrado en México en 1997, sugirió poner "más uso de razón" en los acentos escritos como parte de su polémica propuesta para "jubilar la ortografía". "García Márquez emitió una opinión que debe respetarse, porque sinceramente a todos nos gustaría una lengua más sencilla, como la que él pide", señaló Maidana, hijo de periodistas y que asegura que "desde chiquito" siempre tuvo "un gran interés por la ortografía".

Como parte de esta iniciativa, la joven peruana Lorena Flores Agüero ha creado el Tildetón, una cita planificada para pegar acentos en las calles que ya se organizó en México y Perú y que próximamente se hará en Argentina.

Acentos perdidos también organiza cruzadas puntuales a favor de la acentuación. La primera se hizo en Lima y tuvo como blanco al logotipo carente de acento gráfico del grupo español Telefónica, al que acusan de ser "uno de los mayores irresponsables en el uso de la tilde".



* Las imágenes que acompañan esta entrada pertenencen a las noticias más recientes de Acentos perdidos.

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