Por José Antonio Romero Reyes
Se ha descubierto la existencia de un nuevo país habitado por peculiares criaturas devoradoras de verbos y demás palabras: la bella ciudad de Verbalia. Según informes de nuestros arriesgados corresponsales, la fundación de Verbalia figura oficialmente en sus anales (bueno, en sus crónicas) desde el día 20 del mes 02 del año 2002 a las 20:02. De manera inevitable, su gusto por las capicúas ya venía como su etiqueta de origen.
Verbalia es una ciudad cosmopolita en la que las diferencias se unen para acentuar las coincidencias. En ella se han establecido ingleses, castellanos, catalanes, italianos y franceses. Cada uno establece su lengua materna en sus colonias, pero, a fin de cuentas, las reglas de juego son las mismas: en cada uno de estos idiomas se pueden jugar los mismos juegos de los otros. En Verbalia se hablan todos estos idiomas, pero su Carta Magna es la misma. Algunos de sus más añejos habitantes dicen que existen cerca de cincuenta juegos de palabras diferentes en cada idioma, juegos que nos vacunan contra el aburrimiento y la llamada esterilidad creativa; pero están por hacerse más.
Esta semana, el reto es crear las frases más latosas para escribir en el celular; mensajes donde las palabras utilicen las letras de la misma tecla (abc, def, pqr, etcétera) y nos obliguen a tardarnos en mandar el SMS. Uno de los grandes misterios por resolver en Verbalia consiste en analizar algunas frases hechas que no corresponden con la realidad: ¿por qué decimos “las tres de la mañana” en vez de “las tres de la noche”, si, en efecto, no hay sol a esas horas de la madrugada? Me tengo que yo sé la respuesta y, sorpréndase, la explicación no está ni en la gramática ni en los usos y costumbres, sino en la matemática, y es perfectamente lógica esa frase… pero no les resolveré el misterio a mis amigos verbívoros hasta conseguir la visa vitalicia en Verbalia. Por cierto, pueden avisarle a don Armando Hoyos que mande sus preguntas, aquí el ingenio se toma en serio.
Verbalia, país perfectamente visitable y hospitalario, ha logrado lo que algunos recintos llamados aulas de clase no: estimular el interés por la lengua empezando por verla como juego. Los juegos verbales, bien aprovechados, nos proporcionan información práctica acerca de nuestra tradición literaria, nos obligan a aprender gramática intuitivamente (no es poca cosa acomodar palabras que cumplan con ciertas restricciones y que el resultado sea lógico o, siquiera, coherente), desarrollan la capacidad de trabajo y de reflexión acerca de nuestra lengua y, quizá lo más importante, son una vacuna confiable contra la esterilidad creativa. Para escribir no siempre hace falta una buena historia, sino la disposición a jugar y a trabajar con las palabras, la invitación a devorarlas y tomarles todo el sabor posible, exprimirles todo su jugo.
El gobernante y fundador de Verbalia nos ha concedido una rápida entrevista para El Espectador:
- Don Màrius Serra, presidente constitucional de Verbalia, buenas noches. ¿Qué nos puede decir acerca de la fundación de Verbalia?
- De momento, no nos molesten, estamos muy atareados jugando.
- Gracias, señor presidente. Seguiremos informando.
* Texto correspondiente a la plana cultural del mes de julio.
** La fotografía original puede verse aquí.
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