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14 de febrero de 2010

Una definición de poesía (fragmento robado)



Me estoy tomando un descanso de muchas cosas: de las preocupaciones, de la depresión, de la rigidez rutinaria, del vértigo de los libros. En estas últimas semanas, escucho música todo el día y leo poesía a saltos. Me he preguntado intensamente acerca del sentido, de las propiedades, de esa magnética autenticidad que embarga a la poesía. Y he leído con una sonrisa este fragmento de Antonio Muñoz Molina, colaborador habitual de El País, que escribe una reseña de libros para mí desconocidos y se las arregla para incrustar una definición general -y, al mismo tiempo, precisa- de este arte innegablemente transversal:

"La prosa no es lo contrario de la poesía, sino del verso. La poesía es un estado de máxima intensidad expresiva que muchas veces está ausente de los libros de versos y sin embargo puede saltar como un chispazo en medio de una novela, o en una música, o en las imágenes de una película. La poesía es aquello que sólo puede percibirse con una forma peculiar de atención, algo que está materialmente en el sonido de las palabras pero también en el silencio y el espacio en blanco que hay detrás de ellas y en la resonancia que provocan. La poesía es un primer impacto que ha de ser continuado por una larga revelación, por la conciencia de un significado que es a la vez más claro y más misterioso en cada lectura y nunca se repite idéntico. La poesía es para ser leída en silencio unas veces y otras veces en voz alta, y su lectura no se acaba nunca, ni siquiera cuando nos sabemos los versos de memoria".

"La poesía nos devuelve a un mundo anterior a la escritura en el que las palabras tenían una exclusiva presencia física en el sonido de la voz y en el recuerdo que las preservaba".



* La fotografía que acompaña a esta entrada pertenece a Jan Saudek y también puede verse aquí.

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