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5 de noviembre de 2007

Quien no se atreva a tener más sueños, dispóngase a tener dueños



Por José Antonio Romero Reyes

Es trabajo difícil volver de una esperanza: como la palabra insinúa, uno espera que sigan pasando cosas. Valga este alto en el camino para reunir algunas observaciones generales en torno a la experiencia en el Festival Internacional Quimera 2007.

Hay puntos de comparación con respecto a sus emisiones anteriores: antaño, se procuraba mayor difusión; ahora, los programas estuvieron o muy cotizados o subvencionados por las actividades que –se supone– no atraen la atención del público, como los eventos musicales, teatrales o literarios sostenidos en el Bar 2 de abril. Sin embargo, hubo, también, grandes aciertos en la calidad, la pluralidad y la importancia de lo que constituyó un proyecto rico y variado: música cubana, peruana, africana y clásica; ritmos como el rock, el tango, el jazz, el son, el huapango y la trova, todos ellos entrelazados mediante la presencia de Oscar Chávez –quien se encargó, el 19 de octubre, de inaugurar las actividades nocturnas del festival–, Carmina Cannavino, Tania Libertad, Gabino Palomares, Celso Piña, Congal Tijuana, Regina Orozco y Luis Eduardo Aute –cuya actuación, verificada el 30 de octubre y correspondiente a la clausura de la Quimera, merece un párrafo aparte–.

De igual forma, el teatro agotó por completo sus localidades, incluso en fechas tan complicadas como lunes o martes, cuando en otros foros se presentaban eventos relevantes. No obstante, este interés valió la pena: diversas compañías teatrales –entre ellas, algunas conformadas por estudiantes y egresados de la licenciatura en Arte Dramático, impartida en la Universidad Autónoma del Estado de México– presentaron montajes contemporáneos con cierta dificultad en su argumento, lo que lleva a pensar que, efectivamente, al teatro no se le ha dado la oportunidad que se merece. Empero, no es posible decir lo mismo de la danza, que careció de propuestas interesantes y, por momentos, se asemejaba más a un bailable escolar que a una presentación digna de un espectáculo internacional.

Por su parte, los eventos literarios estuvieron un poco deslucidos y no consiguieron enganchar a la audiencia, pues la atmósfera respirable fue la de la mayoría de las lecturas de obra: un montón de desocupados que quieren pasar la tarde y pasar una garañona. Sin embargo, los organizadores de la Quimera no se limitaron a desempolvar las viejas y no tan viejas glorias locales: fieles a lo que debe ser un festival –un espacio para la multiplicidad y la confluencia– invitaron a escritores dominicanos y cubanos; a creadores catalogados dentro de las corrientes de “izquierda”, como el caricaturista Rafael Barajas “el Fisgón” y la activista Rosario Ibarra de Piedra, y a algunos académicos de la Facultad de Humanidades de la UAEM, quienes expusieron una breve muestra de los resultados del estudio profesional de las letras.

Por otro lado, la logística se desenvolvió de manera adecuada. La mayoría de las actividades transcurrió de manera puntual y ordenada, aunque no faltaron las quejas por el robo de tiempos o espacios ni las huidas intempestivas de algunos grupos, pues ya estaban sobre el escenario los instrumentos de quienes actuarían después de ellos. Asimismo, la gente se reveló impresionantemente participativa y, al parecer, dispuesta a disfrutar de tan vasta oferta cultural.

El cierre del festival –que se prolongó durante tres horas– corrió a cargo de Luis Eduardo Aute, verdadero forjador de quimeras y diseminador de giralunas, razones por las cuales resultó una buena elección para clausurar una celebración como esta. El artista español, quien cuenta ya con 40 años de trayectoria y posee una curiosidad infinita que lo ha llevado a la poesía, a la pintura, al cine y quién sabe a cuáles fértiles lugares, se encuentra presentando su disco Al día de hoy, el cual contiene, entre otras curiosidades, textos en varios idiomas y un himno al onanismo. Finalmente, queda la invitación para visitar su portal en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, en donde se hallan los poemas del cantautor, que no son malos o, por lo menos, no son nada aburridos.


* Texto correspondiente a la plana cultural de mes de noviembre.

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