El 27 de marzo, el mundo festeja el Día Internacional del Teatro. Cobijada entre numerosos seminarios y festivales; representaciones gratuitas y homenajes a los grandes dramaturgos de la humanidad, esta celebración supone un nuevo acercamiento a una de las vetas artísticas más variadas, pues conjuga literatura, música, danza y pintura, sin olvidar los matices de la historia y la estética vigente. Por estas razones, Jesús Téllez, licenciado en Arte Dramático, investigador y director escénico, propone recordar este día con una breve revisión de la arquitectura teatral en Toluca.
I. Arquitectura teatral en Toluca en el siglo XIX
Como antecedente inmediato de este teatro, es necesario citar la construcción del Coliseo de 1827, el cual fue construido en una propiedad del Ayuntamiento de Toluca. Este primer edificio fue planificado por José María González Arratia, quien unos años después inició la edificación de los Portales de Toluca. Sobre el Coliseo de 1827, se cuenta con una bitácora de construcción, la cual da cuenta de todos y cada uno de los materiales empleados en el proceso. Este edificio no tuvo una vida muy prolongada, ya que González Arratia no tenía conocimientos específicos sobre arquitectura. Así, en 1851, fue destruido y la madera sobrante fue utilizada para construir un puente para unir a Toluca, pues en medio de la ciudad atraviesa un río que la divide en las regiones norte y sur.
Conocedor de esta circunstancia y de la pérdida del Teatro del Alva, la cual, seguramente, ocurrió durante el mismo periodo, González Arratia emprendió la tarea de construir un nuevo edificio para la ciudad. De esta suerte se inauguró, el 16 de septiembre de 1851, el Teatro Principal de Toluca, que, según algunas fuentes, fue llamado Teatro de Gorostiza en honor al ilustre dramaturgo. A pesar de las múltiples reparaciones, adecuaciones y reconstrucciones, este inmueble sobrevivió hasta la década de los ochenta. Como los demás teatros de la ciudad, corrió la misma suerte: fue destruido a manos del progreso.
II. Los indicios, las pistas, los caminos
De manera más que afortunada, han sobrevivido algunas imágenes que dan cuenta de las dimensiones de este inmueble y de las posibilidades que ofrecía a los teatristas, cirqueros y demás profesionales de las artes escénicas, quienes lo utilizaron, en nuestra opinión, explotando todos y cada uno de sus recursos. Es importante destacar que el historiador Isauro Rodríguez acotó, a finales del siglo XIX, una descripción muy puntual de este foro, en sus medidas y proporciones, la cual constituye un primer recurso que hemos empleado como instrumento para exponer su reconstrucción. Su estructura fue planteada bajo el principio de una herradura y, al parecer, su maquinaria fue de dimensiones importantes. Isauro Rodríguez, como otros historiadores, dejó memoria precisa del espacio destinado a los espectadores. Sin embargo, detrás del escenario, olvidó pasar y apuntar los detalles propios de un inmueble para este fin, como los telares, los sistemas de aforo, la iluminación, la concha del espectador, el arriba y abajo del escenario, las lumbreras y demás espacios donde se cocinaba el arte teatral.
III. Más pistas. Arquitectura teatral en otros estados durante el siglo XIX
Es imposible descartar que José María González Arratia se haya documentado en algunos otros foros para promover la construcción del Teatro Principal de Toluca. Por supuesto, es necesario citar la existencia precedente de los teatros de Santa Anna e Iturbide, los cuales fueron su referente inmediato. No obstante, la monumentalidad de dichos espacios hace suponer la necesidad de recurrir a edificios menos ostentosos y más consecuentes con la densidad demográfica de Toluca.
En una primera revisión, el espacio que más se asemeja al de Toluca es, precisamente, el Teatro Iturbide de Querétaro, el cual, tiempo después, fue conocido con el nombre de Teatro de la República. Por las dimensiones en el número de butacas, de palcos y características del escenario, se trata de edificios muy similares. Sin embargo, el Teatro Principal de Toluca es, en una escala aproximada, veinticinco por ciento más amplio.
El Teatro Principal de Toluca fue, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera mitad del XX, el espacio más importante para la presentación de todo tipo de espectáculos. Ello se debió a que, en 1939, fue construido el Cine - Teatro Coliseo de la Revolución, como resultado de un proyecto del arquitecto Vicente Mendiola. Durante la vida útil del Teatro Principal, surgieron otros espacios, como el Teatro de Urteaga y el Teatro Edén, los cuales dispusieron de una maquinaria teatral mucho más modesta y propicia para diversiones más discretas o de corte local.
IV. Más y más pistas. La programación espectacular. Circo, maroma y teatro
Sobre la programación exhibida en el Teatro Principal de Toluca, debe apuntarse que se conserva documentación a partir de 1867, en justa sincronía con el Triunfo de la República. A partir de entonces, tenemos noticia de representaciones de todo tipo, en géneros como teatro, danza, música, circo, ópera y zarzuela. Es importante traer a colación que los montajes teatrales eran los espectáculos más frecuentemente ofrecidos en este espacio.
Desde 1865 tenemos registro de que se presentaron obras de teatro bien distintas de lo que tradicionalmente concebimos como tal. Caso concreto: el drama Los tres enemigos del alma: gloria, dinero y amor, la cual prometía que “en el cuarto acto aparecería el canal de Venecia, con todas sus góndolas iluminadas y en la orjía [sic] del festivo carnaval”. Asimismo, encontramos otra obra intitulada La loca de Sevilla, en cuyo programa el director de la compañía explica que “los profesores de la orquesta [le] han ofrecido unas delicadas piezas”, lo cual indica la existencia de un elenco estable y presumiblemente ex profeso para la ubicación de la orquesta respectiva.
En otro orden de ideas, la cartelera de espectáculos permite asegurar que el estilo de escenificación no se circunscribía al empleo del escenario. Gracias a un cartel donde se habla de la presentación del artista ruso Mr. Airec y gracias, también, a una reseña de Ignacio Manuel Altamirano, sabemos que la representación tuvo lugar en el patio de butacas, justamente por encima de los espectadores, lo cual nos hace pensar en el dinamismo que los artistas imprimían a sus presentaciones. De igual suerte, se puede citar la presentación de espectáculos ecuestres, en los cuales la compañía exhibía caballos de alta escuela con parte del elenco, quien desarrollaba algunas rutinas en el escenario.
Teatro Principal de Toluca (1851)
La reconstrucción de un espacio desaparecido
como instrumento para la restauración de un espectáculo histórico
La reconstrucción de un espacio desaparecido
como instrumento para la restauración de un espectáculo histórico
I. Arquitectura teatral en Toluca en el siglo XIX
Como antecedente inmediato de este teatro, es necesario citar la construcción del Coliseo de 1827, el cual fue construido en una propiedad del Ayuntamiento de Toluca. Este primer edificio fue planificado por José María González Arratia, quien unos años después inició la edificación de los Portales de Toluca. Sobre el Coliseo de 1827, se cuenta con una bitácora de construcción, la cual da cuenta de todos y cada uno de los materiales empleados en el proceso. Este edificio no tuvo una vida muy prolongada, ya que González Arratia no tenía conocimientos específicos sobre arquitectura. Así, en 1851, fue destruido y la madera sobrante fue utilizada para construir un puente para unir a Toluca, pues en medio de la ciudad atraviesa un río que la divide en las regiones norte y sur.
Conocedor de esta circunstancia y de la pérdida del Teatro del Alva, la cual, seguramente, ocurrió durante el mismo periodo, González Arratia emprendió la tarea de construir un nuevo edificio para la ciudad. De esta suerte se inauguró, el 16 de septiembre de 1851, el Teatro Principal de Toluca, que, según algunas fuentes, fue llamado Teatro de Gorostiza en honor al ilustre dramaturgo. A pesar de las múltiples reparaciones, adecuaciones y reconstrucciones, este inmueble sobrevivió hasta la década de los ochenta. Como los demás teatros de la ciudad, corrió la misma suerte: fue destruido a manos del progreso.
II. Los indicios, las pistas, los caminos
De manera más que afortunada, han sobrevivido algunas imágenes que dan cuenta de las dimensiones de este inmueble y de las posibilidades que ofrecía a los teatristas, cirqueros y demás profesionales de las artes escénicas, quienes lo utilizaron, en nuestra opinión, explotando todos y cada uno de sus recursos. Es importante destacar que el historiador Isauro Rodríguez acotó, a finales del siglo XIX, una descripción muy puntual de este foro, en sus medidas y proporciones, la cual constituye un primer recurso que hemos empleado como instrumento para exponer su reconstrucción. Su estructura fue planteada bajo el principio de una herradura y, al parecer, su maquinaria fue de dimensiones importantes. Isauro Rodríguez, como otros historiadores, dejó memoria precisa del espacio destinado a los espectadores. Sin embargo, detrás del escenario, olvidó pasar y apuntar los detalles propios de un inmueble para este fin, como los telares, los sistemas de aforo, la iluminación, la concha del espectador, el arriba y abajo del escenario, las lumbreras y demás espacios donde se cocinaba el arte teatral.
III. Más pistas. Arquitectura teatral en otros estados durante el siglo XIX
Es imposible descartar que José María González Arratia se haya documentado en algunos otros foros para promover la construcción del Teatro Principal de Toluca. Por supuesto, es necesario citar la existencia precedente de los teatros de Santa Anna e Iturbide, los cuales fueron su referente inmediato. No obstante, la monumentalidad de dichos espacios hace suponer la necesidad de recurrir a edificios menos ostentosos y más consecuentes con la densidad demográfica de Toluca.
En una primera revisión, el espacio que más se asemeja al de Toluca es, precisamente, el Teatro Iturbide de Querétaro, el cual, tiempo después, fue conocido con el nombre de Teatro de la República. Por las dimensiones en el número de butacas, de palcos y características del escenario, se trata de edificios muy similares. Sin embargo, el Teatro Principal de Toluca es, en una escala aproximada, veinticinco por ciento más amplio.
El Teatro Principal de Toluca fue, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera mitad del XX, el espacio más importante para la presentación de todo tipo de espectáculos. Ello se debió a que, en 1939, fue construido el Cine - Teatro Coliseo de la Revolución, como resultado de un proyecto del arquitecto Vicente Mendiola. Durante la vida útil del Teatro Principal, surgieron otros espacios, como el Teatro de Urteaga y el Teatro Edén, los cuales dispusieron de una maquinaria teatral mucho más modesta y propicia para diversiones más discretas o de corte local.
IV. Más y más pistas. La programación espectacular. Circo, maroma y teatro
Sobre la programación exhibida en el Teatro Principal de Toluca, debe apuntarse que se conserva documentación a partir de 1867, en justa sincronía con el Triunfo de la República. A partir de entonces, tenemos noticia de representaciones de todo tipo, en géneros como teatro, danza, música, circo, ópera y zarzuela. Es importante traer a colación que los montajes teatrales eran los espectáculos más frecuentemente ofrecidos en este espacio.
Desde 1865 tenemos registro de que se presentaron obras de teatro bien distintas de lo que tradicionalmente concebimos como tal. Caso concreto: el drama Los tres enemigos del alma: gloria, dinero y amor, la cual prometía que “en el cuarto acto aparecería el canal de Venecia, con todas sus góndolas iluminadas y en la orjía [sic] del festivo carnaval”. Asimismo, encontramos otra obra intitulada La loca de Sevilla, en cuyo programa el director de la compañía explica que “los profesores de la orquesta [le] han ofrecido unas delicadas piezas”, lo cual indica la existencia de un elenco estable y presumiblemente ex profeso para la ubicación de la orquesta respectiva.
En otro orden de ideas, la cartelera de espectáculos permite asegurar que el estilo de escenificación no se circunscribía al empleo del escenario. Gracias a un cartel donde se habla de la presentación del artista ruso Mr. Airec y gracias, también, a una reseña de Ignacio Manuel Altamirano, sabemos que la representación tuvo lugar en el patio de butacas, justamente por encima de los espectadores, lo cual nos hace pensar en el dinamismo que los artistas imprimían a sus presentaciones. De igual suerte, se puede citar la presentación de espectáculos ecuestres, en los cuales la compañía exhibía caballos de alta escuela con parte del elenco, quien desarrollaba algunas rutinas en el escenario.
* Texto originalmente publicado en la Agenda Cultural AcéRcaTE de marzo, emitida por el Instituto Mexiquense de Cultura
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