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24 de octubre de 2010

La intensidad de las voces colectivas en El mar y el hombre, de Saint-John Perse



Por Margarita Hernández Martínez


Toluca, Estado de México.- Una voz de ardientes temblores, con la misma proporción de ternura y de impulsos destructivos, impregna la poesía de Saint-John Perse. Este escritor francés, traductor de tempestades y silencios, construyó una obra esencial para la poesía francesa del siglo XX, cuyo resplandor también han alcanzado el horizonte de la literatura latinoamericana. Por estas razones, el Instituto Mexiquense de Cultura se ha encargado de la reedición de El mar y el hombre, una breve antología seleccionada y prologada por Raúl Cáceres Carenzo, quien también destaca como uno de los poetas y dramaturgos más memorables de nuestra entidad.

Incluido en Raíz del Hombre y la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario, este libro reúne una sucesión de textos del también diplomático galo, algunos extraídos de volúmenes tan trascendentales como Exilio, Elogios, Anábasis, Mares, Lluvias, Vientos, Marcas y Crónica. Con traducciones de Jorge Zalamea, José Lezama Lima, Rosario Castellanos, Lorenza Fernández del Valle, Juan Carvajal y Lysandro Z. D. Galtier, sus versos retratan un mundo en renovación y destrucción incesante, teñido de un idealismo profético que, a semejanza de poetas como Arthur Rimbaud, Paul Verlaine y Charles Baudelaire, aspira a crear estremecimientos nuevos, a conectar sensibilidades mediante un profundo trayecto por la geografía de otros continentes. De este modo, el Caribe, Asia, América, Provenza, entre otros parajes, se transforman en la sede del descubrimiento y la aventura; la soledad y el exilio.

Según señala Cáceres Carenzo, estos poemas se desarrollan en torno a “los signos, las semillas, los vientos, las mareas, el ritmo incesante de las empresas humanas, la fundación de ciudades y culturas, el choque de las civilizaciones y el devenir social”. De este modo, la concepción artística de Saint-John Perse muestra una tendencia hacia la unificación de la voz colectiva; es decir, la recuperación del canto poético como identidad de pueblos enteros, como la posibilidad de tender puentes entre comunidades y celebrar los acontecimientos que cimbran el alma plural. Para lograrlo –de acuerdo con los textos que reúne El mar y el hombre– recurre a versos de largos metros y alientos, enriquecidos con exclamaciones y ocasionalmente transformados en prosas poéticas; así, no sólo se pueblan de metáforas: también convocan presencias y personajes.

Con estos elementos, el también ganador del Premio Nobel de Literatura en 1960 propone una obra poética de espíritu universal y universalista, cuya frescura original se conserva, pero también se enriquece, hasta nuestros días. Con una óptica tan arrebatada como cautivante, El mar y el hombre se erige como una lectura necesaria, en tiempos en los que la poesía experimental ha privilegiado la pirotecnia verbal sobre la vitalidad del sentido.


Saint-John Perse, El mar y el hombre, Instituto Mexiquense de Cultura (col. Raíz del Hombre / Biblioteca Mexiquense del Bicentenario), Toluca, 2010, 166 pp.


* Reseña originalmente publicada en semanas anteriores en Milenio (Estado de México).

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