Cuando tenía unos quince años, me enamoré de un poemario pequeño y provocador, de versos provocadores y contundentes, de palabras ácidas y trepidantes. Años después, en la facultad, desvelé lentamente otra novela de la misma autora. Desde entonces, me convertí en fanática de Mayra Santos-Febres, con el mismo fervor con el que he admirado a Arthur Rimbaud, a Miguel Hernández, a Octavio Paz, a Oscar Wilde. Y ese libro antiguo, luminoso, me acompañó en las dudas, los tropiezos y los hallazgos finales de Antes del polvo, tanto como un blog que, en ocasiones, me hace sentir especialmente entrometida.
Por ello, no puedo explicar lo que sentí cuando, entre boletines apresurados y agendas culturales bruscamente revividas, abrí mi correo y me encontré con esta invitación, enviada directamente por ella. Por supuesto, mi dirección llegó a sus manos de forma absolutamente fortuita y, estoy segura, Mayra Santos-Febres no tiene ni la menor idea de quién soy ni de lo definitivo que es su poemario en mi vida. Pero no importa. Es un resabio de luminosa casualidad, de lo cortas que son las distancias. Así que no dejen de darse una vuelta por Festival de la Palabra, con un poema antes.
Por ello, no puedo explicar lo que sentí cuando, entre boletines apresurados y agendas culturales bruscamente revividas, abrí mi correo y me encontré con esta invitación, enviada directamente por ella. Por supuesto, mi dirección llegó a sus manos de forma absolutamente fortuita y, estoy segura, Mayra Santos-Febres no tiene ni la menor idea de quién soy ni de lo definitivo que es su poemario en mi vida. Pero no importa. Es un resabio de luminosa casualidad, de lo cortas que son las distancias. Así que no dejen de darse una vuelta por Festival de la Palabra, con un poema antes.
De Cuaderno de las traiciones
Pronto pronto el cuerpo se vuelve hoja
cuerpo con todo y su refrán de luz
su parapeto abrazado a otra estructura derretible
palpitante estructura de tuerca y savia espinal,
el cuerpo mineral
de agua aguantada y flotando de un hilito:
palabra lanzada a los oídos de la sangre, cuerpo
tratando de espantar brasieres
agujas, extranjeros de nómina
madres confesionarias;
que se abre y brinda a las calles
que rueda por ojos hasta vitrinas
hasta filas de bancos, vasos de whisky, hasta los nombres
que extienden carne para luego recogerla
en líquidas astillas de contento.
pronto pronto el cuerpo alberga una guerra que estalla
y entonces le llega su hora.
Pronto pronto el cuerpo se vuelve hoja
cuerpo con todo y su refrán de luz
su parapeto abrazado a otra estructura derretible
palpitante estructura de tuerca y savia espinal,
el cuerpo mineral
de agua aguantada y flotando de un hilito:
palabra lanzada a los oídos de la sangre, cuerpo
tratando de espantar brasieres
agujas, extranjeros de nómina
madres confesionarias;
que se abre y brinda a las calles
que rueda por ojos hasta vitrinas
hasta filas de bancos, vasos de whisky, hasta los nombres
que extienden carne para luego recogerla
en líquidas astillas de contento.
pronto pronto el cuerpo alberga una guerra que estalla
y entonces le llega su hora.
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