Por Heber Quijano
El ritmo del aroma se perfila en la calle
como una sangre turbia
como la profunda noche rubia
la palma abierta de la mano
entre mar y lluvia y zafra
y la vida fingiéndose balsa.
El ritmo de la historia se bambolea
se queda, se marea,
se tuerce y toma oleaje en las palabras
de mármol, de caña, de arena,
de ropajes suaves y luces veladas
con una nueva calle en cada aroma
en que estallan las cascadas
de ron, tabaco y arroz.
* Texto correspondiente a “El pulso y la palabra” del mes de enero.
El ritmo del aroma se perfila en la calle
como una sangre turbia
como la profunda noche rubia
la palma abierta de la mano
entre mar y lluvia y zafra
y la vida fingiéndose balsa.
El ritmo de la historia se bambolea
se queda, se marea,
se tuerce y toma oleaje en las palabras
de mármol, de caña, de arena,
de ropajes suaves y luces veladas
con una nueva calle en cada aroma
en que estallan las cascadas
de ron, tabaco y arroz.
* Texto correspondiente a “El pulso y la palabra” del mes de enero.
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