por Margarita Hernández Martínez
Como cada año, la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México celebró la transición entre el final del verano y el comienzo de sus actividades académicas con una semana cultural salpimentada de conversaciones, sorpresas y reencuentros; presentaciones de libros, conferencias y talleres. Destacó, como lo más relevante, la inauguración de la primera fase del Departamento de Filología “Dr. Luis Mario Schneider”, verificada el pasado 17 de septiembre en la Finca del Olvido, inmueble que cedió su denominación de Centro Cultural Universitario consagrado al recuerdo de este escritor argentino-mexicano.
Localizado en la carretera Malinalco-Chalma, en el Barrio de San Juan –para mayor referencia, a la izquierda de los arcos que anuncian la cabecera municipal–, este hermoso edificio construido al estilo de las capillas catalanas del siglo XII alberga una colección vasta y variada de objetos artísticos. En primer término, resguarda poco más de 17 mil volúmenes que, por un lado, manifiestan –al calor de las dedicatorias autógrafas al poeta, profesor, editor y, sobre todo, investigador– los vaivenes propios de su larga y sinuosa trayectoria personal; por otro, configuran un panorama preciso e incluyente de la literatura latinoamericana del siglo XX, que lo mismo se aproxima a la generación de los Contemporáneos que al movimiento estridentista.
En segundo lugar, acoge alrededor de 250 cajas repletas de valiosos documentos –la mayoría de los cuales representan hallazgos únicos, resultado de pacientes pesquisas en archivos, bibliotecas, hemerotecas, oficinas del registro civil y parroquias– relacionados con las indagaciones literarias conducidas, durante más de cuarenta años, por el autor de Refugio, Cuentos del amor infinito, Memoria de la piel y Ruptura y continuidad. Finalmente, cobija un repertorio conformado por poco más de 290 pinturas, grabados, fotografías y esculturas provenientes de diversas regiones del mundo.
La nueva designación de la Finca del Olvido no sólo obedece a razones académicas –enfocadas al fomento de la investigación y la creación literaria dentro de los programas de licenciatura y posgrado impartidos en dicha Facultad, además del fortalecimiento de sus lazos con el Instituto de Investigaciones Filológicas, el Colegio de Michoacán y la Universidad Autónoma de Morelos–; también procura conservar, mediante las resonancias del espíritu inquisitivo y riguroso característico de Schneider, el sentido primigenio de la ciencia filológica. Situada en el cruce entre philos y logos, su práctica requiere amar con humildad, más allá de la literatura, las distintas expresiones del lenguaje, para, en último término, reconstruir, criticar y valorar –sin perseguir verdades absolutas– el patrimonio vivo depositado en las palabras.
Por estos motivos, la puesta en marcha del Departamento de Filología invita, tanto a los estudiantes como al público en general, a sustraer la cultura de los lugares comunes, según los cuales se yergue, inmóvil e incuestionable, en las vitrinas y los museos. El propio Schneider, más preocupado por escribir breves introducciones que grandes estudios, aprendió a vislumbrar en su biblioteca la entrada hacia un mundo dinámico. Por tanto, la opinión de Octavio Paz resulta acertada: “Schneider ni es pájaro ni vuela: excava, descubre, resucita. Con tacto, con inteligencia y perseverancia, frente a nuestra funesta manía de enterradores, exhuma, revela, revive. En México amamos a nuestros escritores a condición de que estén muertos; los sepultamos, a veces en vida, bajo montañas de elogios vacuos (otras bajo carretadas de vituperios) y construimos con sus obras suntuosos mausoleos que después nadie visita. Pero Schneider, explorador de los valles infernales y de las ruinas abandonadas de nuestra literatura, regresa de cada una de sus expediciones con un texto desconocido, un poema olvidado, un cuento rescatado, unas cartas perdidas. Nos devuelve la memoria, trabaja a favor de la vida”.
Así, mientras asistimos a la oportunidad de sondear la vitalidad del arte en el Olvido, sólo resta esperar la inauguración, en noviembre próximo, de la segunda fase, constituida por un área adecuada para el trabajo de futuros becarios e investigadores.
El Departamento de Filología funcionará de lunes a viernes, de 10:00 a 18:00 horas, y el sábado, de 10:00 a 14:00 horas. Para aprovechar la travesía por el sur mexiquense, es recomendable visitar, en horario de martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas, el Museo Universitario “Dr. Luis Mario Schneider”, localizado en Amajac esquina con Agustín Melgar, Barrio de Santa Mónica, a unos pasos de la zona arqueológica de Malinalco.
* Publicado originalmente en la plana cultura del mes de octubre.
* La fotografía corresponde al Museo Universitario Luis Mario Schneider.
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