Por José Antonio Romero Reyes
El nuevo propietario del local de CONACULTA anuncia que son impostergables ciertas modificaciones. Y, por lo pronto, hay que deshacerse de todo lo inoperable. Borrón y cuenta nueva; ésa es la filosofía progresista y emprendedora en materia cultural.
Para comenzar, se suspende el programa de Bibliotecas de aula, que sólo sirve para que las editoriales vivan a costa del Estado, para que armen su agosto en ediciones de baja calidad y que son muy costosas en la logística para su distribución en las 850 000 bibliotecas del país. Además, pinches chamacos, ni les interesa la lectura, nada más usan los libros para jugar a los avioncitos o para proteger el hule de sus mesas de los objetos calientes. Por supuesto: sabia decisión.
Seguimos. ¿El programa Enciclomedia? A descontinuarlo por incosteable. ¿Para qué gastar en capacitar a profesores que siguen renuentes a las innovaciones tecnológicas? Además, ¿para qué si hay escuelas que ni tienen luz? De nuevo: sabia decisión.
¿Ya se fijaron en como está la Megabiblioteca José Vasconcelos? Sí, llena de goteras, un día de estos se nos cae el monstruo encima. Así que don Ignacio Padilla decide que hay que cerrarla por un tiempecito y un día de estos los invitamos a la reinauguración de las nuevas ruinas. Desde luego: decisión salomónica.
Ahora hay que esperar el banderazo de la próxima Magna Obra, hay que entusiasmarse por el Nuevo Proyecto que ahora sí acercará a la gente a la cultura. Quizá uno que embodegue los libros o beneficie a unos cuantos amigos pero que evite el insulto a la nación de gastarse el dinero del pueblo en libros gratuitos. Además, existe la sospecha de que el deshonroso penúltimo lugar en nivel de lectura fue un invento del foxismo ideado para favorecer no se qué oscuros intereses de algún oscuro funcionario.
Por lo pronto, conformémonos con ir hacia un país de relectores (mientras los libros duren en condiciones) y cuidemos las manos a los recicladores de papel, que algún negocio turbio deben de andar tramando. ¡Ahora sí la vamos a hacer!
* Texto aparecido originalmente en la página cultural correspondiente al mes de abril.
El nuevo propietario del local de CONACULTA anuncia que son impostergables ciertas modificaciones. Y, por lo pronto, hay que deshacerse de todo lo inoperable. Borrón y cuenta nueva; ésa es la filosofía progresista y emprendedora en materia cultural.
Para comenzar, se suspende el programa de Bibliotecas de aula, que sólo sirve para que las editoriales vivan a costa del Estado, para que armen su agosto en ediciones de baja calidad y que son muy costosas en la logística para su distribución en las 850 000 bibliotecas del país. Además, pinches chamacos, ni les interesa la lectura, nada más usan los libros para jugar a los avioncitos o para proteger el hule de sus mesas de los objetos calientes. Por supuesto: sabia decisión.
Seguimos. ¿El programa Enciclomedia? A descontinuarlo por incosteable. ¿Para qué gastar en capacitar a profesores que siguen renuentes a las innovaciones tecnológicas? Además, ¿para qué si hay escuelas que ni tienen luz? De nuevo: sabia decisión.
¿Ya se fijaron en como está la Megabiblioteca José Vasconcelos? Sí, llena de goteras, un día de estos se nos cae el monstruo encima. Así que don Ignacio Padilla decide que hay que cerrarla por un tiempecito y un día de estos los invitamos a la reinauguración de las nuevas ruinas. Desde luego: decisión salomónica.
Ahora hay que esperar el banderazo de la próxima Magna Obra, hay que entusiasmarse por el Nuevo Proyecto que ahora sí acercará a la gente a la cultura. Quizá uno que embodegue los libros o beneficie a unos cuantos amigos pero que evite el insulto a la nación de gastarse el dinero del pueblo en libros gratuitos. Además, existe la sospecha de que el deshonroso penúltimo lugar en nivel de lectura fue un invento del foxismo ideado para favorecer no se qué oscuros intereses de algún oscuro funcionario.
Por lo pronto, conformémonos con ir hacia un país de relectores (mientras los libros duren en condiciones) y cuidemos las manos a los recicladores de papel, que algún negocio turbio deben de andar tramando. ¡Ahora sí la vamos a hacer!
* Texto aparecido originalmente en la página cultural correspondiente al mes de abril.
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